Ser Argentino. Todo sobre Argentina

¿Cómo se transforma una parrilla en un quincho?

Ya no hay retorno: un día llueve y cambiamos el menú, los planes y los planos.

Por Mariel Gómez

Nada más argentino que el asado, tema híper desarrollado y analizado. Pero vayamos al camino que hace “la parrillita” hasta convertirse en “el quincho”. Arrancamos con un espacio al aire libre: patio, balcón, terraza o, en el mejor de los casos, jardín. Un mediodía de domingo cualquiera, el vecino prende un “fueguito”: el aroma nos atrae, el olfato va directo a la memoria y la conexión neuronal ya está disparada.

−¿Y si compramos una parrillita? Algo tranqui, para tirar unos chori los domingos…

Ya no hay retorno: un día llueve y cambiamos el menú, los planes y los planos.

−¿Y si le hacemos un techito? Ya que estamos, una mesadita para apoyar la tabla. Y una piletita para lavar la lechuga. Bueno, le podemos agregar un lugarcito para la heladera. Pero esperá, ya que vamos a pasar caños de agua, ¿por qué no pedimos presupuesto por un bañito?

−¡Ahora sí! ¡Qué lindo quedó! Ya no tenemos que usar la cocina ni la mesa del comedor… ¡Cuánto tiempo pasamos acá! ¡Qué buena idea tuvimos!

−Che, ¿no da para ponerle puertas de vidrio? Digo, para aprovechar los días de frío…

Se aproxima el verano y, mate en mano, leemos la promo de aires acondicionados.

−Y dale.

Así es como “la parrillita” se transformó en el mejor lugar de la casa. A 18 grados, con la ñata contra el vidrio, miramos la pelopincho. Todo este camino recorrido nos lleva a añorar un asadazo de campo, con la cruz clavada en la tierra, a la sombra de una arboleda, a lo Francis Mallmann, que entendió todo acerca de vender experiencias. Porque los seres humanos somos así: vamos para volver.

PD: en breve vienen acambiar el modem para que llegue el WIFI. Porque si la hacemos, la hacemos bien.

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