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San Javier, un pequeño paraíso tucumano

Una visión panorámica, contacto con la naturaleza, un Cristo que sobresale en el cerro, son solo algunas de las cosas mágicas de San Javier.

Tucumán es una provincia geográficamente con una multiplicidad de destinos asombrosos. Cada uno de ellos tiene una presentación natural única, pero San Javier es distinto. Decir que es un lugar hermoso está de más, su verdadero atractivo es la cercanía a la capital tucumana.

A tan solo 25 kilómetros, representa una opción para turistas y también para tucumanos que buscan un lugar para pasar el día o el fin de semana. La facilidad para llegar es óptima, uno puede hacerlo en un automóvil, en un colectivo de línea interurbana que pasa con frecuencia o, incluso, en una bicicleta.

La foto indispensable

Una postal única que todos se llevan de San Javier es la foto desde una de sus cumbres, con toda la ciudad de Tucumán de fondo y vista desde la altura. Subidas y bajadas le dan una forma distinta al lugar. Quienes buscan un espacio de descanso y relajación tienen una amplia oferta de hospedajes para todas las necesidades. Entre tanto verde y naturaleza, no podía faltar la acción: mountain bike, cabalgatas, tirolesa y cuatriciclos pueden subirte la adrenalina.

El arte tiene un lugar único en San Javier, y se ve desde kilómetros de distancia. El Cristo Bendicente, una estatua monumental obra de Juan Carlos Iramain. Junto a la postal de la ciudad, esta es la más buscada por turistas y visitantes. Una foto con el Cristo es casi una confirmación obligatoria para contar a otros que uno estuvo en San Javier.

Estos cerros tienen un lugar para aprender en el Parque Sierra San Javier, un enorme espacio que pertenece a la Universidad Nacional de Tucumán. Un lugar dedicado al cuidado del ambiente, la flora y la fauna autóctonas. Los visitantes pueden apreciarlo recorriendo sus sendas y hay espacios específicos para quienes visitan San Javier con fines científicos de e investigación.

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