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Ir a la secciónBuenos Aires - - Martes 21 De Marzo
Existen dos formas de viajar: en la distancia y en el tiempo. La segunda puede parecer más complicada, pero hay un lugar en los Valles Calchaquíes tucumanos donde se transforma en una realidad: Amaicha, en la provincia de Tucumán. Allí, es posible ponerse en contacto con las costumbres ancestrales de nuestros pueblos originarios e, incluso, conocer la única bodega en Sudamérica que es administrada por uno de ellos.
Si ya te dieron ganas de subirte al auto y agarrar la Ruta, te dejamos más detalles que nos comparten desde el Ente Autártico Tucumán Turismo.
La Ruta Nacional 40 en Tucumán contiene la mayor concentración de sitios arqueológicos, emprendimientos productivos y parte de la Ruta del Vino donde está la única bodega administrada por un pueblo comunitario: Los Amaicha. La cultura, la naturaleza y la aventura son las propuestas que ofrece un recorrido en verano por los Valles Calchaquíes.
Solo 41 de los más de 5 mil kilómetros de la Ruta 40 pisan suelo tucumano, y los viajeros que llegan a este breve segmento de la columna vertebral del país perciben inmediatamente en cada pueblo y en sus habitantes el orgullo de una cultura ancestral, una cultura viva. Desde Ampimpa, El Pichao, Amaicha del Valle, El Bañado, Talapazo y Colalao del Valle, hasta los propios Quilmes, que mantienen hoy su asentamiento. No son pueblos con el diseño español de la plaza central y los edificios públicos, sino que las casas se mantienen con sus tierras y una amplia superficie. Un verdadero viaje hacia nuestros antepasados.
El viaje desde Tafí hasta Amaicha del Valle, por la ruta 307, requiere atención ante la dificultad del camino de cornisa como la belleza de sus vistas. Son unos 50 kilómetros en los que, a mitad del camino, nos regala un maravilloso mirador en el abra del Infiernillo (3.042 msnm), descendiendo luego por la cuesta de Los Cardones, donde cientos de cactus gigantes que parecen bajar del cerro en procesión, nos acompañan hasta llegar al pueblo.
Amaicha abre la puerta hacia la traza de la mítica Ruta 40 en Tucumán. Cuando ingresamos por sus calles, en las antiguas casas se pueden apreciar los dinteles de madera de cardón sobre las puertas, y al llegar a la plaza hay un cartel que anuncia 365 días de sol. En el vehículo propio o contratando un guía, se ofrece la posibilidad de recorrer la Ruta del Artesano, que incluye la visita a cada atelier y a cada taller con el autor de las obras que, en madera, cerámica, textiles o hasta plateros, trabajan en forma manual.
Si bien en esta localidad se celebra el Día de La Pachamama el primer día de agosto, como en todas las provincias del Norte y de la Argentina, también en cada mes de febrero se realiza el Festival a la Madre Tierra. Es en este festejo, en época de carnaval, cuando el pueblo se tiñe de color y costumbres ancestrales, que nos trasladan a las raíces de este suelo norteño. La plaza se colma de un ambiente festivo con una feria de comidas y productos regionales, artesanos, agrupaciones musicales, delegaciones gauchas y bailarines. El evento prioriza a la mujer y distingue la sabiduría de la más anciana, que es elegida como representante de La Pachamama. Además, se elige a la Ñusta (que representa la fertilidad), al Yastay (deidad protectora de los animales) y al Pujllay (espíritu del diablillo del carnaval).
Los valles calchaquíes son un territorio generoso, alimentado por los minerales de las areniscas, arroyos, vertientes y ríos que convierten a esta región en un sitio de producciones de excelencia. Será esta la razón por la que las primeras bodegas resaltaron su arquitectura con el telón de fondo de las montañas y se lucen inmersas en el paisaje típico de los valles.
Justamente en Amaicha del Valle se encuentra la única Bodega Comunitaria de Sudamérica administrada por su pueblo originario. En homenaje a su historia y cultura, la bodega está diseñada emulando las unidades habitacionales propias del período prehispánico. Siguiendo la técnica del pircado, los recintos son circulares e interconectados, tal como perfilan las casas de piedra original y hasta los restos que pueden observarse en los sitios arqueológicos.
Este estilo de construcción indígena está fuertemente caracterizado por la relación del hombre con la naturaleza, proveedora de las materias primas utilizadas. Tanto la bodega como la implementación de viñedos se enmarcan en el buen vivir de los Amaichas, que en su concepción trata de reintegrar la relación de equilibrio entre el ser humano y la madre tierra como un todo. En la actualidad la bodega posee dos etiquetas con nombre en lengua Cacán. “SumajKawsay” (El Buen Vivir) y “KusillaKusilla” (Ayúdame, sé generosa), expresión habitual en la invocación a la Pachamama.
Más información: Tucumanturismo.gob.ar
Fuente: Ente Autártico Tucumán Turismo
Fecha de Publicación: 26/01/2023
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