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Manzana Jesuítica: un intenso recorrido por la historia

Conocé detalles de la Manzana Jesuítica, uno de los principales centros educativos y religiosos erigidos por la orden religiosa en Santa Fe.

Te presentamos una triada de historia santafesina. La propuesta comprende un punto clave para el turismo local: la Manzana Jesuítica. Esta Orden religiosa, denominada Compañía de Jesús, tiene mucho que ver no solo con la etapa fundacional de la ciudad, sino con la actualidad.

Cuando uno mira el plano de la primitiva ciudad (en lo que hoy es Cayastá) y lo compara con el casco actual, distingue, a simple vista, que la ubicación del Colegio y de la Iglesia Matriz-Catedral Metropolitana tienen el mismo emplazamiento de la fundación. Ambos flanquean la Plaza 25 de Mayo, el primero hacia el Este y la segunda hacia el Norte. Los otros dos flancos fueron ocupados por edificios que ya no existen y, en su lugar, se levantan la Casa de Gobierno al Sur y el Palacio de Tribunales al Oeste.

La llegada de los jesuitas al Río de la Plata, con el propósito de evangelizar y educar, significó nada más y nada menos que el funcionamiento de la primera escuela organizada del país. Radicados en Santa Fe La Vieja fueron testigos, junto a los pobladores del lugar, del primer misterio de la Imagen de la Pura y Limpia Concepción. Desde su cuadro manó un agua milagrosa que, al ser embebida en algodones y paños, produjo la cura de males y enfermedades. Este hecho quedó debidamente testificado y documentado ante escribano, con lo cual los santafesinos empezaron a invocar a la Virgen con el título de “Nuestra Señora de los Milagros”.

Un templo, historia viva

En el comienzo de este recorrido, visitamos el Santuario de la Virgen de los Milagros. Construido  en 1610, en la antigua Santa Fe, fue trasladado a la actual ubicación después de que las crecientes del río y los repetidos ataques de malones llevaran a abandonar el sitio que hoy denominamos Cayastá. Se refundó la ciudad en el lugar en que se encuentra ahora, respetando el ordenamiento primitivo.

Terminada en el año 1670 la construcción de estilo colonial y neoclásico, tal como se la aprecia en esta visita, alberga un Retablo construido en la antigua Reducción de Loreto que, en el centro, contiene el lienzo de Nuestra Señora, realizado por Luis Berger SJ y las reliquias de los algodones milagrosos. Lo custodian esculturas de San Ignacio de Loyola y otros tres santos jesuitas.

Los detalles

El altar, que al momento de su construcción estaba adosado al retablo, fue retirado de este después del Concilio Vaticano II, para permitir que el sacerdote diera la misa de frente al público. Los muros tienen espesores de más de dos metros y son de tapia, piedra del río Paraná y adobe. Originalmente, constaba de una nave central en forma de cruz latina y, luego, se agregaron dos naves laterales.

Antigua e importante imaginería, alguna proveniente de las reducciones, se encuentra ubicada en las paredes laterales; se destacan las esculturas del Cristo atado a la Columna y del Cristo de la Paciencia. Seis vitrales reflejan distintos momentos vividos en el Santuario y en el Colegio. Uno de ellos, con las caras de los alumnos que oficiaron de modelos, configura un dato curioso por cuanto hasta hace muy poco tiempo algunos de ellos se reconocían en la obra. El frente ha sufrido algunas modificaciones, pero, en general, conserva la estructura original, con un campanario de tres campanas y tres ventanas que se abren a la plaza, desde el coro.

Otro dato relevante es la existencia del órgano de 1886, el único en la Argentina fabricado el por el propio Aristide Cavaillé-Coll, y no su sucesor Charles Mutin. La cripta, alojada en el Santuario, también es parte de las curiosidades que la comunidad jesuita tiene para ofrecer en este templo.

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