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Ir a la secciónBuenos Aires - - Lunes 27 De Marzo
Entre los edificios más particulares que tiene Rafaela, el Castillo Foti se destaca sobre el resto y es uno de los más antiguos. Por su ubicación (Bv. Ernesto Salva y Bv. Lehmann), en sus inicios, era utilizado como referencia para los vecinos de la región que se acercaban a la ciudad.
Este castillo fue levantado en 1952 por José Foti, un italiano que en su país natal aprendió la técnica para la fabricación de pólvora, pero no contaba con las herramientas necesarias para llevar la producción adelante. Finalmente, instalado en Rafaela, llegó a construir un importante polvorín para la fabricación de altos explosivos.
Bajo el sueño de construir un castillo afín a su tierra natal, Foti se asoció a Luis José Ferpozzi, dueño de la por entonces única marmolería rafaelina. A principios de la década del ’50 comenzó a materializarse la quimera del tano.
Hacia 1952, Ferpozzi había dado forma finalmente al encargo de Foti, concluyendo con los planos del castillo. La singular vivienda se levantó en la intersección mencionada, no muy lejos de donde se encontraba la manufactura de pólvora. La edificación se organizó en forma paralela a la línea de ochava, por lo que su disposición oblicua lo hizo resaltar aún más en la ortogonalidad de la trama de una ciudad que allí empezaba a encontrar uno de sus límites.
La obra se realizó con piedra traída especialmente de Córdoba, la cristalería e iluminación fueron importadas de Italia y se convocó a un pintor porteño para que el cielorraso del living simule el cielo.
Fueron esos años en los cuales se trazaba el bulevar Lehmann con los adoquines. Tiempos en que a Foti se le ocurrió erigir el edificio más particular y a la vez tradicional de Rafaela.
El Castillo de Foti se inauguró en la Navidad de 1956. Su emplazamiento era uno de los límites de la ciudad en cuanto a zonas habitadas, ya que de ahí hacia el norte casi no había edificaciones. Entre sus innumerables detalles se destacaba una hermosa estufa de mármol que Foti le había comprado nada menos que al Jockey Club de Buenos Aires.
Contaba con sótano, planta baja donde se encontraban living, comedor, escritorio, un dormitorio, cocina y garage. En la planta alta se dispusieron el resto de los dormitorios, continuando luego con una planta de servicio, para rematar en un nivel superior con un importante mirador.
Entre los elementos de confort, cabe acotar que fue la primera vivienda de Rafaela que contó con un equipo de frío-calor, y su propietario, amante de la música lo dotó con un importante equipo de sonido, con el que desde la terraza de su castillo musicalizaba las vecindades del boulevard Lehmann. No menos cuidado se puso en la decoración interior. Los cortinados fueron encargados a la famosa tienda Los Gobelinos en la Ciudad de Buenos Aires. Por su parte al pintor Cayetano Flores se le encomendó la pintura de los cielos rasos, donde destaca la Bacanal de Venus en la sala principal.
La herrería de obra correspondió a la firma Centenario de la sucesión de J. Aprile, quienes realizaron un delicado trabajo en rejas y barandas. La obra tuvo una superficie cubierta de 592 m2 y su costo ascendió a 830.000 pesos de aquel momento. Hasta 1994 el castillo fue ocupado por la familia del propietario, para pasar luego a tener distintos usos.
La necesaria transformación
Pasaron los años... Por allí pasó la familia, e incluso funcionó un boliche bailable. En los noventa se ponía en venta... la familia se desprendía del inmueble...
Con algunos años de silencio, pasaron varios dueños hasta que surgió una idea con fines comerciales y turísticos. Se le realizaron obras para adaptarlo a su nueva función, aunque no alteraron su imagen original y la permanencia en la memoria urbana que sigue identificándolo como el castillo de Foti.
Hoy, el edificio sirve de esquema ideal para el hotel que toma su nombre y utiliza cada rincón como particular habitación, incluso la torre mayor, donde también se alojan pasajeros.
El Castillo, lleno de leyendas sigue custodiando a Rafaela desde el norte.
Las transformaciones de espacios históricos de las ciudades en espacios culturales u hoteles suelen ayudar a conservar estructuras que, de otro modo, se podrían perder. Este es el caso del Castillo Foti, que podés visitar en Rafaela, Santa Fe.
Fecha de Publicación: 04/03/2021
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