¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónEn diciembre del año 1881 el navío de origen dinamarqués, El Cóndor, naufragó en las costas de Río Negro. En ese momento seguramente nadie imaginó que el incidente daría nombre a este balneario rionegrino.
La embarcación había salido del puerto de Hamburgo (Alemania), con el fin de llevar una carga de champagne francés hacia California en los Estados Unidos. Seguía la ruta del Cabo de Hornos (Chile), uno de los tramos más difíciles para los marineros en ese entonces por la precariedad de las embarcaciones. La crónica dice que el capitán de El Cóndor al percibir inconvenientes en el navío decidió acercarse a la costa para intentar resolverlos. La marea estaba alta y las restingas fueron el final del barco, los daños sufridos fueron fatales. Luego de descargar el embarque que llevaba se hundió, un rincón repleto de acantilados, donde el fuerte viento y la marea son dueños del lugar.
De los 15 tripulantes, sólo uno no sobrevivió. Según algunos relatos de la época, el marinero había bebido algunas copas previamente. Lamentablemente, eso hizo que cayera al mar desde uno de los botes en uno de los tantos viajes se hicieron para rescatar las cajas de champagne. Se quedó a dormir para siempre, en las frías aguas azules de Río Negro.
La historia del resto de los tripulantes fue otra. Lograron llegar a la costa, y fueron auxiliados por Pedro Martensen, un inmigrante danés, fotógrafo de profesión. Como tal participó de la llamada campaña al desierto. Al conocer el lugar decidió quedarse a vivir en la región. La anécdota que circula es que cuando Pedro vio desde la costa lo que sucedía y las banderas de aquel navío, salió corriendo al auxilio.
Todos los sobrevivientes de El Cóndor dejaron el lugar, excepto uno que no se fue nunca del balneario Río Negro. Se trataba de Pedro Hansen Kruuse, en ese entonces un marinero carpintero de apenas 19 años. Hansen se enamoró de una de las hijas de Martensen (el fotógrafo) y no dudó ni un segundo en instalarse en tierras rionegrinas. Tres años después se casaron.
Pasaron muchas décadas y no fue hasta el año 1948 que le dieron al balneario de Río Negro el nombre de El Cóndor en honor a aquel naufragio. A orillas de la desembocadura de sus aguas se encuentra el faro de Río Negro, el vigilante mítico más antiguo de la Patagonia. Un lugar ideal para pasear por la playa y maravillarse con la colonia de loros barranqueros más grande del mundo.
Se accede desde Viedma por la RP1.
La oficina de informes turísticos está abierta durante todo el año.
Tiene disponibilidad de casas de alquiler turístico y hotelería.
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