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Qué es el astroturismo y por qué es tan popular

El astroturismo, una apuesta sostenible para salvar el cielo nocturno y preservar lugares donde haya poca contaminación lumínica, es esencial.

Observar con precisión aquello que solemos pasar por alto, y descubrir nebulosas, planetas o el deseo que se nos lleva una estrella fugaz es en una experiencia imperecedera. El turismo astronómico es una actividad en concordia con la naturaleza que se despliega durante todo el año en los destinos rurales de la provincia de Buenos Aires favorecidos por la ausencia de contaminación lumínica.

Las primeras experiencias en el país se efectuaron en el siglo pasado, en la década de 1980 con el paso del cometa Halley. Claudio Martínez, un investigador adscripto de Azara, fundación de historia natural, se define como uno de los precursores de la actividad.

 

“El astroturismo y el turismo rural son una pareja necesaria ya que las ciudades nos ocultan gran parte del cielo”, afirmó Nicolás Ariel Arias, astrónomo aficionado y coordinador adjunto de la sección de estrellas dobles de la Liga Iberoamericana de Astronomía (LIADA).

 

Arias es aficionado al análisis de estrellas dobles, cúmulos globulares y galaxias. Para identificar a estas últimas es necesario contar con cielos limpios, oscuros y profundos como los que ha encontrado en Capitán Sarmiento, Navarro, Brandsen y Chivilcoy.

 

Para formar parte de esta experiencia no se necesita tener conocimientos de astronomía, solo basta con la curiosidad y el deseo de conocer todo sobre el universo.

 

“Logramos romper la barrera de que esto es algo para el que sabe de astronomía. Todos lo podemos vivenciar y cada uno lo hace de manera diferente. Algunos lo mirarán desde el enfoque más científico y otros desde el lado más místico”, dice, cuando se la consulta, Rosa Álamo, creadora de Be Connections, un club de mujeres que funciona en Nordelta.

 

Otro aficionado a la astronomía y la astrofotografía es Alan Gabriel Ghedin quien definió la actividad como “tan potente que cambia la manera en la que percibimos el cielo”. Su primera experiencia fue en 1993, en la rambla de Mar del Plata, donde un astrónomo ofrecía a quienes paseaban por ahí mirar la luna a través de un telescopio pagando una suma de diez pesos.

 

Después de muchos años, y ya en este milenio se vinculó con la observación astronómica gracias a un amigo. “La primera vez que logré ver a Saturno a través de un telescopio me sentí tan pequeño como un grano de arena perdido en el océano”, recordó.

A Arias, quien estudia las estrellas dobles desde el patio de su casa en Banfield en el sur del Conurbano, lo inquieta la existencia de otra noción del tiempo. “Lo que más me maravilla del cielo es darme cuenta de que realmente estamos observando el pasado”.

 

“Las distancias de los objetos que miramos se miden a años luz de distancia. Lo que observamos es la luz que emitieron o reflejaron hace cientos o miles de años, y posiblemente ya no existan o no se encuentren en el mismo estado evolutivo que podemos apreciar”, explicó.

 

Según la NASA un año luz equivale aproximadamente a nueve billones de kilómetros.

 

“La estrella más cercana al Sol, Próxima Centauri, tan mencionada en la serie Perdidos en el Espacio, se encuentra a poco más de cuatro años luz y estamos observando el brillo que emitió desde entonces. En caso de tener alguna modificación hoy tardaríamos la misma cantidad de tiempo en verla.” ejemplificó.

 

El turismo astronómico es más que observar a través de un telescopio, es la posibilidad de compartir con otras personas los misterios de los astros y descubrir las maravillas que las ciudades eclipsan con sus luces. También es una manera original y creativa de conocer los diferentes paisajes de la provincia de Buenos Aires.

 

Fuente: Prensa TPBA Crédito Fotos - Cielo nocturno: Alan Gabriel Ghedin - Observación-Telescopio: Nicolás Arias - Luna: Juan Francisco Ceser

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