Una trayectoria tan exquisita como los atractivos que la componen. Osonunú perteneció al paisajista francés Carlos Thays desde 1905 a 1934. Luego, su viuda la vendió a Darío Quiroga, hijo del renombrado escritor Horacio Quiroga, y a su cuñado, Jorge Lenoble. Este último fue propietario y vivió en el lugar junto a su segunda esposa, Sara Vivanco, hasta fines del siglo pasado. En 2005, el predio fue donado a la Fundación Temaikén por el sobrino de Jorge y su mujer. A través de una escritura, se estableció la obligatoriedad de conservar su hábitat natural a la perpetuidad. Con el tiempo, Temaikén realizó las gestiones necesarias para que fuese incluida dentro del sistema provincial de áreas protegidas.
Osonunú tiene una superficie de 168 hectáreas que linda con el Parque Provincial Teyú Cuaré. Juntos conforman un rincón excepcional con valores biológicos, geológicos, históricos y culturales. Si bien la reserva está ubicada dentro de la eco-región de la Selva Paranaense, estudios florísticos recientes revelaron otras novedades. En este sentido, se identificaron en la zona relictos del bioma de Cerrado, que sólo está presente en Brasil, Paraguay y Argentina. Por eso, su preservación es de extrema relevancia para la biodiversidad del país y del mundo. Además, en 2013 fue declarada Área Importante para la Conservación de Muerciélagos (AICOM), convirtiéndose en la tercera de su tipo en suelo nacional.
Diversidad pura
El predio donde se despliega Osonunú cuenta con al menos 40 especies de flora de valor especial por su rareza. Paralelamente, es el hogar de 14 especies de murciélagos. Mientras que sus paredones de areniscas de hasta 100 metros de altura alojan comunidades vegetales rupícolas, que son únicas para la Argentina. Lo mismo puede decirse de sus raros bosques de araríes con orquídeas vainillas, cuya población más grande está en Misiones. Además, el espacio brinda refugio a gran cantidad de aves, reptiles, anfibios, insectos y mamíferos, entre otros. Finalmente, hay que destacar a los miradores hacia el río Paraná, que regalan atardeceres y amaneceres que obnubilan a los visitantes. Estas combinaciones aportan un paisaje único que nadie querrá perderse.
Eco-compromiso
La provincia de Misiones dispone de una ley propia de reservas privadas desde 1992. Por lo que es pionera en la problemática y uno de los territorios con mayor cantidad de áreas protegidas. Fue gracias a ello que en 2013 Temaikén y el gobierno provincial firmaron un convenio por 20 años en el que ambas partes se comprometieron a cuidar el predio. Allí, obtuvo la certificación y pudo ir generando con el tiempo diversos proyectos que lo enriquecieron como área protegida. Por ejemplo, se puso en marcha un cuerpo de guardaparques, quienes en principio eran cuidadores. En la actualidad, la Reserva Natural Osonunú cuentan con un personal de tres guardaparques y dos técnicos biólogos.
Comunidad ambiental
Desde la organización de Temaikén, relataron que el equipo de Osonunú trabaja continuamente con las colectividades cercanas. Así, se han desarrollado proyectos de educación ambiental junto a docentes del área y realizan peñas ambientales anuales para los lugareños. También, brindaron cursos de patrimonio ambiental para formar guías intérpretes de la naturaleza. Y no menos importante, colaboran con dos comunidades guaraníes para desarrollar senderos ecoturísticos. ¿El objetivo?, permitir mostrar su forma de vida y su vinculación con el hábitat natural.
Argentina, más específicamente de tierras litoraleñas. Nací en Entre Ríos y soy Comunicadora Social. Me especializo en la redacción en todas sus formas e intento crear imágenes mentales a través de las palabras. Melómana y apasionada de la semiótica por las miradas que nos aportan del mundo. La curiosidad siempre me mantiene en movimiento.