La Reducción Jesuítica de San Ignacio es una invitación a realizar un viaje en el tiempo. Una migración a lo mejor de dos mundos, dos culturas que supieron convivir en paz durante muchísimo tiempo. Ubicada en el corazón de la provincia de Misiones, fue una de las reducciones más emblemáticas de la Orden del Papa Francisco en América. Es un sitio histórico, único, debido al admirable estado de conservación en el que se encuentra. Es, a su vez, Patrimonio Mundial de la Humanidad, desde 1984, y un lugar donde llegan visitantes de todo el mundo.
Transitando por la RN 12, se llega a la ciudad de San Ignacio, que la comunica al Sudoeste con Santa Ana y Posadas, y al Nordeste con Gobernador Roca y Puerto Iguazú. Considerada, junto a las Cataratas y los Saltos del Moconá, como uno de los puntos turísticos más importantes de la provincia. Su principal atractivo es la evidencia palpable de la pacífica convivencia de pueblos originarios y europeos durante tiempos de colonia.
A través de los vestigios y las construcciones se puede sentir los logros de esa unión entre el conquistador y los guaraníes. La cultura y la historia se respiran mientras caminamos por un pueblo que ya no está, pero paradójicamente sigue existiendo.
Qué ver
Antes de ingresar, la vista es impactante. Un gigantesco portal restaurado nos da la bienvenida a tiempos de antaño. A medida que avanzamos dentro del predio, nos sentimos como en una película de Indiana Jones. Somos arqueólogos observando los antiguos edificios construidos con bloques de piedra de asperón rojo. Los carteles nos informan lo que una vez fueron, y la imaginación comienza a volar.
El trazado de la ciudad es uno de los más notorios trabajos de los jesuitas. La plaza de armas, el cabildo, la iglesia, las viviendas de los religiosos y de los nativos. La Reducción de San Ignacio es un pueblo congelado en el tiempo. Si nos detenemos a escuchar bien, tal vez podamos sentir los pasos de sus habitantes por la plaza central. El deambular de nativos y misioneros caminando por la calle central hacia el templo. El encuentro de dos mundos.
Historia con moraleja
Esta Reducción Jesuítico-Guaraní tiene lo mejor de los dos mundos. Originalmente fue un complejo de edificios religiosos, viviendas privadas y talleres, construidos durante el período colonial español. Su objetivo principal era evangelizar a los nativos. Pero con el tiempo, este lugar se convirtió en algo más. Los jesuitas, a diferencia del resto de los españoles, incluida la propia Iglesia, lograron convertir a la gente local al cristianismo pacíficamente. Como resultado, para el siglo XVIII, la Misión se había transformado en una pequeña ciudad autónoma de 4000 almas, con mayoría de guaraníes.
Luego de la expulsión de los jesuitas en 1767, muchas de las Reducciones quedaron abandonadas, fueron cubiertas y escondidas por la Selva Misionera. Recién para principios del siglo XIX, las Misiones fueron redescubiertas y restauradas para su conservación.
San Ignacio Miní se incluyó en la Lista de Monumentos de la World Monuments Watch en 1996. Hecho que le permitió captar la atención de las autoridades para preservar lo mejor de estos dos mundos. Hecho que sirve de ejemplo para continuar en la búsqueda de una mejor coexistencia entre los pueblos.
Datos de interés
- Las reducciones jesuitas del siglo XVIII fueron el foco de la película británica de 1986, La Misión, escrita por Robert Bolt y protagonizada por Robert De Niro, Jeremy Irons y Liam Neeson. Con misioneros jesuitas en América del Sur como sus personajes centrales, la película ganó la Palma de Oro y el Premio de la Academia a la Mejor Fotografía.
- Al visitarla use protección solar, repelente de insectos y calzado cómodo, ya que es una caminata larga por el interior de las ruinas para escuchar la explicación proporcionada por la guía.
- Al caer la tarde se realiza un espectáculo nocturno. Es una experiencia conmovedora, que se desarrolla en varios lugares usando proyecciones en una neblina de agua pulverizada, lo que le da una calidad de fantasma.
Misionero y argentino por elección. Profesor de Historia (UBA), aficionado a la astronomía y a la ciencia ficción. Soy docente en el nivel medio y superior, pero antes fui maestro heladero, librero, administrativo, encuestador, mozo y hasta repartidor de películas de VHS. Mi pasión es escribir. Tengo unos cuantos cuentos y unas cuantas historias para contar. Como dicen por mi zona, solo “entre, pase y pregunte”.