¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónUna formación natural centenaria con forma de puente. El amarillo de sus minerales capta la atención de todos los automovilistas.
Es una parada asegurada de cualquier contingente de turistas que hace la clásica excursión por alta montaña. Se ubica sobre la ruta 7, a 183 kilómetros de la Ciudad y a una altitud de 2700 metros sobre el nivel del mar, a solo 20 kilómetros del paso a Chile. Algunos asisten a esta maravilla natural porque conocen de su existencia y quieren ver con sus ojos lo que otros les contaron o les mostraron en una foto. Otros simplemente pasan por el lugar porque van en camino hacia otro destino, pero quedan atónitos ante el color y la formación del puente. Aquí te contamos por qué debe ser una visita obligada en tu viaje a Mendoza.
La historia del Puente comienza con el Camino del Inca y sus leyendas. Se supone que era conocido y frecuentado por esta cultura a fin de aprovechar sus aguas con propiedades curativas. Existen construcciones al costado y debajo del puente con pequeñas piletas por donde corre el agua termal, que surge de vertientes naturales con una temperatura que oscila entre los 34 y los 38 grados. Los baños se recomiendan para afecciones nerviosas, reumáticas y ginecológicas, terapéutica para niños anémicos, raquíticos y artríticos.
El puente ha sido formado por la acción de las aguas minerales. El caudal del río Las Cuevas se abrió paso entre sedimentos depositados en el fondo y luego cementados por las aguas termales. Estas dan a la zona su coloración de naranjas, amarillos y ocres debido a la gran cantidad de elementos que transportan como hierro o azufre.
En 1925 se construyó el Hotel Puente del Inca que representó para su época un verdadero lujo al que asistían las personalidades más importantes. Luego de sobrevivir a varias amenazas climáticas, que previamente habían dejado inhabilitado el servicio del tren trasandino, el hotel fue destruido por el devastador alud de 1965, pero sus ruinas son visitadas por miles de turistas cada año.
El nombre del lugar proviene de la leyenda que cuenta que, mucho antes de la llegada de los españoles, un gran jefe Inca tenía un hijo afectado de parálisis y, luego de intentar todo tipo de curas sin resultado, escuchó que tierras al sur existía un lugar donde las aguas curativas podían terminar con su desgracia. Preparó entonces un grupo con los mejores guerreros y se dirigió hacia allí. Cuando llegó, observó asombrado las famosas aguas que salían de la tierra, pero de ellas lo separaba un río torrentoso que le impedía llegar. Sus guerreros, sin dudarlo, se abrazaron unos a otros formando un puente humano, y de ese modo llegaron hasta el otro lado. El Inca caminó por encima de sus espaldas con su hijo en brazos y llegó hasta la terma en donde encontró la ansiada cura. Cuando volvió su mirada atrás para agradecerles a sus guerreros, estos se habían petrificado y constituían ya lo que hoy conocemos como el famoso ''Puente del Inca''.
Fecha de Publicación: 09/02/2020
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