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Borges vive en San Rafael

Con la idea de mantener vivo al escritor entre sus pasillos, en la finca Los Álamos se construyó el Laberinto de Borges.

La finca Los Álamos es una enorme porción de tierra, de varias hectáreas, que se emplaza a unos 40 minutos de la ciudad de San Rafael. Ya de por sí resulta un lugar tranquilo, relajante y turístico. El verde de su vegetación, grandes espacios de césped, algún arroyo que adorna la escena y animales autóctonos generan un entorno especial. Pero más turística se volvió desde que se construyó el Laberinto de Borges.

Nació la idea

Una carta, un deseo de Borges y la voluntad de realizarlo. Los planetas se alinearon para que el escritor argentino sea recordado como él pretendía. “Borges dijo en Roma, en 1984, que no quería que lo recordaran con metales o bronce, sino con algo vivo”, recuerda Nacho Aldao, sobrino de Susana Bombal, quien fuera amiga entrañable del poeta, y dueña de la finca Los Álamos. “A partir de ahí surgió la idea de recordarlo con algo que viviera. Porque él fue un poeta, entonces, ¿cómo metés a un poeta en mármol, hierro o en una estructura quieta y fría? En realidad, es un monumento y lo encaramos como tal, para que sea una atracción autosustentable. La premisa era que fuera disfrutado por la gente, porque hacer un monumento que no sea visitado por la gente, es como hacer una plaza y no dejar que entren los niños", aseguró Aldao, que hoy administra el lugar.

Nacho también recordó, entre risas y emociones, la vez en la que su hermano atendió el teléfono de la casa de esa misma finca. Era el propio Borges, ya sentenciado a muerte, que llamaba para despedirse de su amiga. Es que, realmente, en el lugar se respira al escritor. Este laberinto "es un monumento para Jorge Luis Borges. Es producto de tres generaciones, junto con el diseñador de laberintos que lo ideó. Borges venía acá, a la finca Los Álamos, de vacaciones. La primera vez que vino fue cuando la Universidad Nacional de Cuyo le dio el primer título honoris causa que recibió. Después vino a San Rafael, siendo muy amigo de Susana Bombal. Ella era dueña de la finca, y ambos compartían una cualidad: un gran manejo del inglés. Eran geniales con literatura inglesa. Lo que los unió era el amor por esa literatura, y Susana, además de ser escritora, era una excelente traductora. Lo hacía de español a inglés, como de inglés a español. Lo hacía con autores como el propio Borges, Gabriela Mistral, entre otros”.

El Laberinto

El laberinto suele ser uno de los temas recurrentes en la obra borgeana. Es por eso que se decidió construir uno en su honor. Sin embargo, la idea no es, precisamente, que el visitante se pierda en él. Sino que, lo que se busca, es que se empape de su obra. Es que, visto desde arriba (algo que se puede hacer gracias a la torre que se ha construido a un costado), se puede advertir que las columnas de arbustos que componen las paredes del laberinto están estratégicamente ubicadas. Forman una enorme palabra “BORGES”, pero, además, adornan la escena un libro, un bastón y el signo infinito, entre otros. Todos elementos y temas asociados a Borges y a su obra.

Nacho Aldao aseguró que, en época de pandemia, “mantenemos todos los protocolos, como el distanciamiento, el barbijo, desinfección permanente, puestos de alcohol en gel, etc." Y, además, el lugar cuenta con otras ofertas, como la gastronómica. De hecho, es destacado en todo el departamento como uno de los mejores sitios para comer. Tacos con carne de chivo, empanadas de carne a la maza y busquetas de jamón crudo son algunos de los ingredientes que componen el menú. Definitivamente, es una visita imperdible.

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