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2 iglesias de la ciudad de Buenos Aires que encierran historias de amor

En un recorrido de turismo religioso por la Ciudad de Buenos Aires te contamos sobre dos templos con historias particulares.

Las iglesias de la Ciudad de Buenos Aires guardan historias que merecen ser contadas. Algunas relacionadas a la política, otras al arte, o a lo puramente religioso. En esta oportunidad te contamos dos casos donde el amor, correspondido o no, estuvo relacionado con templos de la Ciudad. De tal relevancia que ambas historias llegaron a la pantalla grande. El desencuentro del amor no correspondido. La obsesión de querer poseer al ser amado. El desenfreno del apego que lleva a tomar decisiones inesperadas. Todo o parte del todo está vívido en dos estas historias.

 

Camila, Ladislao y la Iglesia del Socorro

La Basílica de Nuestra Señora del Socorro, en Suipacha y Juncal, es una de las iglesias escenario de este amor desgraciado. A mediados del siglo XIX la zona, alejada del Casco Histórico, era un barrio de quintas arboladas entre las que se destacaban las torres de este templo. Muy cerca de allí vivía el matrimonio O’Gorman Ximénez Pinto con sus seis hijos, Maria Camila era la menor de todos. En su libro Memorias Curiosas, el historiador Juan Manuel Berutti la describe como: “muy hermosa de cara y de cuerpo, muy blanca, graciosa y hábil pues tocaba el piano y cantaba embelesando a los que la oían”.

Hay quienes dicen que su personalidad la heredó de su abuela que había sido amante del virrey Liniers. Recordemos que en esa época la mujer era, por ejemplo, incapaz de manejar bienes y debía ser tutelada por un varón. Su lugar era el hogar o un convento. Y la mayoría de edad la alcanzaba a los 25 años.

El otro protagonista de esta historia es Ladislao Gutierrez, párroco del templo. Eduardo O’Gorman, hermano de Camila y compañero sacerdotal de Ladislao, los presenta en una reunión familiar que se realiza en la casa de los O’Gorman.

El amor surgió entre ambos con el paso del tiempo. Al sentir que se enamora de Camila el sacerdote reconoce haberse equivocado a tomar los votos como tal. Y si la sociedad no permitía que la hiciera su esposa ante el mundo, él la haría suya ante Dios. Convencidos ambos que debían escapar lo hicieron con la idea de llegar a Brasil. Con el poco dinero que tenían llegaron a Parana, Entre Ríos, donde lograron cambiar sus nombres. Mas tarde viajaron a Goya, Corrientes, como última etapa de su camino a Rio de Janeiro. En ese lugar y para ganarse la vida abrieron una escuela privada para niños, la primera que existió en esa pequeña localidad.

En su libro Cuatro curas y una mujer, Camila O´Gorman, Hector De Arriba transcribe cartas de la época donde se asegura que son tres sacerdotes venidos de Buenos Aires los que revelan la identidad de Ladislao en Corrientes. El resto de la historia ya la conocemos. Son enjuiciados sin derecho a defensa, los traen a Buenos Aires y los fusilan.

 

 

Felicitas y Enrique y una iglesia de Barracas

 

La Iglesia Santa Felicitas, se construye por voluntad de unos padres que ante el dolor irreparable de la perdida de una hija deciden perpetuarla en ese templo. Felicitas Guerrero de Álzaga es la protagonista del primer femicidio en la aristocracia argentina.  La bella Felicitas a los 26 años tras la muerte de sus dos hijos quedó viuda y dueña de una gran fortuna. Se transformó, entonces en el foco de deseo de decenas de pretendientes. El más obstinado era Enrique Ocampo Regueira. Según archivos de la época, Felicitas se enamoró de otro joven, Samuel Pedro Sáenz Valiente Higuimbothom, mientras hacía uno de sus viajes de trabajo a su estancia en el interior de Buenos Aires. Eso enfureció a Ocampo, quien ya se había enterado del amorío y, en una ocasión, se presentó frente a Carlos Guerrero Reissig, padre de la joven y amenazó con matarla si ella no se casaba con él.

Las amenazas fueron desoídas. Pero la tarde del 29 de enero de 1872 llegó a la mansión de los Guerrero en Barracas. Ella lo recibió mientras su primo Cristian Demaría, también enamorado suyo, se quedó en el comedor junto con el resto de la familia. Luego de una discusión acalorada se escucharon dos tiros. Al ingresar a la sala encontraron a Felicitas tirada en el suelo y a Enrique con un revólver en la mano. “El joven Demaría le quitó el revólver de la mano y le tiró dos tiros a Ocampo y allí en la misma pieza quedó muerto”, escribió Carlota Sáenz Valiente en una carta del 13 de febrero de ese año. Los diarios de la época llamaron crimen pasional al femicidio. Pero no abundaron en detalles. El caso se tapó para evitar arrestos. También para defender la honorabilidad de una familia de la alta alcurnia como los Guerrero.

Dos templos que podés visitar si haces turismo religioso en la Ciudad de Buenos Aires. Lugares sagrados que además de estas historias guardan una belleza particular en si imaginería y cada uno de sus rincones, pero eso será tema de otra nota.

 

 

Fuente: BAIglesias.com
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