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Una aldea mágica en la provincia de Buenos Aires

Un lugar inesperado nos sorprende en el conurbano de la provincia de Buenos Aires. Campanópolis es una aldea medieval en un entorno de ensueño.

Todo comenzó con un sueño. Un sueño loco, un sueño inusual. Un sueño que parecía imposible. ¿Quién hubiera imaginado que, en el corazón del partido de La Matanza, se levantaría una aldea medieval? Antonio Campana lo hizo. Lo imaginó, lo proyectó y lo hizo realidad. Como los más hermosos sueños. Campanópolis es fruto de una decisión, de un anhelo y, sobre todo, de mucho trabajo.

Se trata de una aldea con estilo medieval que se levanta sobre un predio de 200 hectáreas en González Catán, en el oeste del conurbano bonaerense. El lugar es mágico e inesperado. La aldea está formada por un grupo de construcciones unidas por callejuelas adoquinadas, pasajes, recovecos y lugares secretos. Responde a estilos diversos del medioevo europeo unidos para producir un ecléctico estilo propio. Además, Campanópolis fue creada con conciencia ecológica. Está íntegramente construida con materiales antiguos y reciclados, y posee más de 100.000 árboles y plantas de distintas especies.

El sueño de Don Antonio

El nombre de Campanópolis viene ni más ni menos que del apellido de su fundador, Don Antonio Campana. Hijo de inmigrantes italianos, heredó de sus padres la cultura del trabajo y del esfuerzo. Comenzó a trabajar a los 13 años y, con el tiempo, inició su propio comercio. A los 23, fundó el primer autoservicio de comestibles mayoristas del país. A los 25 se casó con Liliana, su gran compañera, con quien tuvo tres hijos.

Su vida transcurrió entre la familia y el trabajo, y llegó a tener un gran éxito comercial. Pero, a los 50 años, le diagnosticaron un cáncer de amígdalas: a partir de ese suceso Don Antonio decidió dar un vuelco en su vida.

En 1976, había adquirido un predio en González Catán que, años después, había sido expropiado por el CEAMSE, que lo uso para relleno sanitario, lo que dejó una secuela de contaminación ambiental. Para el momento en el que fue diagnosticado con la enfermedad, Don Antonio logró, tras una dura lucha judicial, recuperar esos terrenos. Entonces, puso en perspectiva su gran sueño: Campanópolis. El impulso de construir un mundo nuevo, una aldea mágica, le devolvió las ganas de vivir. Don Antonio vivió 25 años más.

Se desprendió de sus empresas y se abocó a construir la aldea para él y para su gente, sin sentido comercial, apostando a la ilusión y al placer de crear algo sobre terrenos recuperados a un basural y empleando materiales de demoliciones, con espíritu ecológico y regenerativo.