29 de febrero de 1912: Se cae la piedra movediza de Tandil
Lo inexplicable nos da licencia para soñar. Cuando un hecho no puede entenderse por la vía científica, todas las otras opciones están abiertas: historias maravillosas, mitos poderosos y sacrificios de amor desesperado. Lo inexplicable –además– causa fascinación, atrae multitudes como un imán, nos hace creer que todo puede pasar. Lo inexplicable, como una piedra balanceándose contra las leyes de la gravedad y la naturaleza, da lugar a los relatos más descabellados y fantasiosos.
La leyenda
La localidad bonaerense de Tandil, situada a 375 kilómetros de la Capital Federal, convivió durante mucho tiempo con lo inexplicable. Fue hogar de la piedra movediza, una mole de granito de más de 300 toneladas que, extrañamente, se mantenía en desafiante equilibrio al borde de un cerro.
Numerosos geólogos de distintos lugares se acercaron a lo largo de las décadas, durante las que estuvo allí suspendida para estudiar el extraño fenómeno. Ninguno pudo explicar, ni siquiera esbozar una teoría racional de cómo semejante roca podía mantenerse unida al cerro, balanceándose, haciendo frente a tormentas y vientos sin moverse un centímetro de su base. La falta de explicaciones alimentaba las leyendas, las historias y daba excusas para dejar volar la imaginación.
El símbolo
La piedra movediza no solo alimentó las fascinación por los misterios de la naturaleza, sino que se convirtió en punto turístico obligado de la localidad. Durante años se reprodujeron por miles las fotos de turistas fingiendo mover la piedra o sonriendo apoyados en ella. La piedra aparecía en postales, platos, tazas, y merchandising de todo tipo que los visitantes se llevaban de recuerdo a la vuelta de sus viajes.
Se multiplicaron los comercios cuyo nombre hacía alusión al fenómeno movedizo: peluquerías, cafés, librerías y toda clase de negocios por la ciudad homenajeaban a su atracción principal.
Era un símbolo tan importante que, en 1919, se incluyó en el escudo de la Liga Tandilense de Fútbol y, aún después de su caída, permanece allí representando a la liga de la ciudad bonaerense
Lo inesperado sucede
Un 29 de febrero de 1912, entre las cinco y las seis de la tarde, lo inesperado sucedió: la piedra movediza de Tandil dejó de oscilar y cayó hacia el pie del cerro. Sin testigos que pudieran decir exactamente cómo sucedió, se dice que cayó entre las 5 y las seis de la tarde. Las versiones que explican su caída aún hoy se debaten: estas van desde el desgaste de su base a causa de las botellas de vidrio que los turistas dejaban para comprobar si la piedra las aplastaba, hasta teorías sobre un atentado a mano de canteristas anarquistas que la consideraban un símbolo del establishment.
Los tandilenses sintieron que una parte de su identidad se iba con ella, el símbolo, sin embargo, no murió: los turistas siguieron llegando para ver las ruinas de la que alguna vez fue una piedra misteriosa e indestructible que se balanceaba en el cerro. El 17 de mayo de 2007, casi un siglo después de la caída, decidieron suplir ese vacío con una réplica que emplazaron en el mismo exacto lugar de la piedra original. Una réplica que imita con exactitud la forma, dimensiones y color de la mítica roca.
Lo cierto es que nada fue igual después de la tarde de 1912, con la piedra cayeron todos los mitos que la mantenían en ese lugar. Se encuentra hoy allí debajo, partida en tres pedazos, como un sueño roto, desde donde mira con recelo a la impostora que hoy la reemplaza en el que fue el escenario de su esplendor.
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