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Historia de los barrios porteños. Villa Devoto, el Jardín de Buenos Aires que abraza

Uno de los barrios más acomodados convive insólito con el único penal en el casco urbano. Insólito porque fue un pueblo de familias patricias que en manos de sociedades y clubes de fomento es símbolo de buena y verde vida.

Hubo un tiempo en que el futuro Buenos Aires fue el sueño de algunos. Algunos vecinos. Como Coghlan, Luro o Soldati, que edificaban con visión del mañana donde antes eran pastizales, cañadones y pantanos. Y donde apenas sonaba, a lo lejos, algún silbato de un tren que pronto arribaría. De aquellos apellidos de familias patricias que encararon pioneros la urbanización de la ciudad, uno de ellos condensó las ansías de modernización y civismo. Villa Devoto es la concreción del anhelo de un hombre, Antonio Devoto. Su acción social, fundando escuelas, asilos, iglesias, hospitales, hasta la plaza principal y las calles, imprimió un sello particular, de original trazado, y de mansiones rodeadas de casas y espacios verdes. Y coronadas por decenas de especies arbóreas que otorgaron el justificativo para denominar a estas 569 manzanas como el Jardín de Buenos Aires.

Devoto falleció en 1916, no pudiendo gozar de su versallesco palacio para reyes en plena construcción, ni tampoco oponerse a la decisión del municipio de instalar una cárcel, a la sazón la única que se mantiene en los límites de la avenida General Paz. Rompiendo la armonía inicial y segregando aún más estas cuadras cortadas por dos líneas férreas. Devoto tiene dos caras, la buena vida disfrutando sus plazas y paseos, la mala vida condenada detrás de los muros.

Un poco más de cien años

Al igual que otras tierras en el noroeste del centro porteño, que vagamente quedaban registradas entre los pueblos de Belgrano, San Martín y San Isidro hacia 1860, durante siglos carecieron de interés.  Cristóbal de Luque y Cobos es el primer vecino registrado en 1600 en la actual Villa Devoto, con 1400 varas sobre la hoy avenida de los Constituyentes. Nada pasaba, salvo el arroyo Medrano, y las carretas hacia San Martín -por la avenida San Martín- que solían parar en la pulpería “El Cimarrón”, en el cruce con la actual avenida Fernández de Enciso, o se dirigían al Tambo Lechuza. La segunda edificación que se yerguía era la de Santiago Altube -próxima a la Estación Devoto del Ferrocarril Urquiza- en la época posterior a Caseros. Altube fue un empresario español que poseía allí casi 5 millones de metros cuadrados, comprados a un presbítero administrador de estos campos donde pastoreaba la caballada de Juan Manuel de RosasAltube fue quien introdujo en esta región denominada Villa Talar los hornos ladrilleros, la postal de la Buenos Aires que dejaría la Aldea con la federalización,  y la anexión de 891 de hectáreas a la provincia en 1887. Entra en escena el italiano Antonio Devoto.

Pero antes una aclaración con respecto a la fecha de celebración de Villa Devoto. Y una postura. Sabido que anteriormente se recordaba la fecha del arribo de la primera formación del ferrocarril, el Ferrocarril de Buenos Aires al Pacífico, que a su kilómetro 10 inauguraba el 12 de noviembre de 1888 la actual Estación Antonio Devoto -NdR: no existe ningún documento que avale esta fecha, también es cierto-. Pocos meses antes, con este aliciente, que se sumaría al Tramway Rural de Lacroze -actual Ferrocarril Urquiza-, Devoto se lanza a la compra estas tierras con su Banco Inmobiliario. Es impensable que Devoto, un hombre poderoso en una sociedad de pocas fortunas -cada mil bolsas de trigo que exportaba la Argentina, 20 eran de Don Antonio-, no hubiera tenido muy en cuenta esta expansión para sus planes inmobiliarios, que habían arrancado casualmente con la compra de terrenos linderos a la Estación Pacífico de Palermo. Del Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico. Pero esta opción del 12 de noviembre para festejar, asociada al símbolo de progreso y la ciudadanía de los argentinos, fue impugnada en los dos mil por la Legislatura, a pedido de vecinos de Villa Devoto, y se decidió adoptar el 13 de abril debido a que un intendente interino firmó en 1889 el decreto aprobando un plano.

“Banco Inmobiliario Villa Devoto” fue el plano-proyecto de barrio que presentó Devoto y Compañía, donde estaban nombres encumbrados como Juan Eduardo Clark - concesionario inicial de la traza del ya inaugurado F.C. de Buenos Aires al Pacífico- Ernesto Quesada y Luis Huergo, en los primeros meses de 1889. Dos millones de peso fue el pago por las gran mayoría de la tierras de los Altube, dejando a la familia española una gran porción anegadiza hacia la actual avenida San Martín. Asimismo se contrata a Juan Antonio Buschiazzo, el célebre urbanista de la intendencia de Alvear, quien realiza un diseño innovador inspirado en las tendencias parisinas, diagonales y boulevares, similar a La Plata.

Palacios en medio del campo: Villa Devoto, 1900

En el corazón aparecía la actual Plaza Arenales, en ese momento Santa Rosa -nombre de la primera esposa de Devoto-, con su extensión de cuatro hectáreas y un cerco para evitar que la gran cantidad de ganados suelto destroce los nogales, las casuarinas, las magnolias, las tipas y los eucaliptos que los fundadores se esmeraban en plantar. Y que estuvo hasta principios de los veinte. Porque mientras se elevaban reales palacetes, muchos de ellos solamente para el veraneo de las familias ricas, incluyendo el de Devoto enfrente de la plaza -hoy escuela-, el palacio Tamini -actual Hospital Zubizarreta-, el palacio Ceci -actual Escuela Especial de la calle Lincoln y con un futuro incierto- o el palacete Stoppani -otros de los activos vecinos pioneros, que hoy se conserva en parte -, la realidad de los inmigrantes que llegaban era distinta. Italianos, alemanes, ingleses, sirio-libaneses y españoles, seducidos por los precios bajos, que se encontraban con, “dijiérase que es un pueblecito de recreo en formación; tiene variados cottagescubiertos de enredaderas, con jardines poblados de flores Y los correspondientes molinos de paletas coloreadas… más afuera pedazos del muro perdido en la llanura”, en diario La Prensa de 1897, y agrega un vecino en la revista Caras y Caretas en 1938, “siendo muy niño llegué a esta Villa. Para principios del 1900 y recuerdo muy bien que el centro no dejaba de ser una pretensión… pocas casas, falta alumbrado, falta de medios directos -las breakes, los colectivos a caballo, siguieron corriendo por aquí esta 1930-… era todo un abundante pastizal”, cerrando la semblanza a la que cuesta concordar con los modernos departamentos y chalets sobre las avenidas principales, ni con el pujante polo gastronómico de los últimos tiempos. Basta recordar que fue lugar elegido por Diego Armando Maradona para fijar residencia con su familia ya convertido en una estrella mundial. Muy lejos quedada tanto los tímidos hogares de principios de siglo, en uno de ellos una amiga de Bertha Gardés cuidaba a un chiquillo llamado Carlos Gardel, o los tamberos vestido de gaucho que hasta bien entrado los 60 se acercaban a Estación Devoto a recoger los productos del campo.

Italianos, españoles e ingleses fundan Villa Devoto

Aquellos primeros años del barrio estuvieron conjugados las zozobras de la empresa de Devoto. En una extraña operación por la crisis del 90 tuvo que vender las tierras a sus antiguos dueños, los españoles Altube, quienes fueron realmente los que terminarían fraccionando la gran mayoría de los lotes a los nuevos propietarios. Constructor, financista, industrial y agroexportador, don Antonio Devoto se empeñó bajo su lema, “orden, mucho orden, y laboriosidad y honradez”, a transformar aquel paraje agreste en un lugar digno para vivir, siendo responsable de muchísimas obras, como la iglesia que San Antonio de Padua -aquí descansa junto con sus dos esposas-, el asilo de huérfanos -incendiado en 1953- y la donación de la plaza Arenales. Una estatua, que se encontraba primitivamente en el asilo, lo recuerda; destacada escultura que hace compañía al mástil central, obra de Luis Perlotti de 1958. Claro que también tuvo las veleidades de su estatus social y levantó un magnífico palacio para recibir a rey Víctor Manuel III, construido centímetro a centímetro con materiales lujosos traídos de Europa, que nunca fue habitado y fue rematado y demolido en 1939. En la actualidad solamente dos cipreses quedan en la avenida del Carril más otros elementos dispersos en Buenos Aires, como una impresionante reja forjada que en la actualidad rodea una residencia en Martínez. 

Otro vecino notable que imprimió, quizá más que ninguno el mote de Jardín de Buenos Aires, fue sin duda el inglés John Hall. Escribía la crónica de 1916 en la revista Caras y Caretas, “un jardín inmenso, se ven indescriptibles rarezas… Míster Hall sale a mi encuentro. Una familia canina defina pelaje le sigue -pregunta Santiago Fuster Castroy-, “¿Sus orquídeas?” “Oh, tengo apenas unas cuantas, señor. Pase usted a verlas. Esto de las orquídeas es una locura como cualquier otra, pero para mí tiene todo el encanto de una vida”, remataba el exitoso exportador e importador de especias exóticas al Lejano Oriente. Pero no solamente tenía la mayor colección de orquídeas en Sudamérica sino una portentosa de rosas y crisantemos, que deslumbraron a las importantes figuras que se acercaban a la lejana Villa Devoto,  como los presidentes Roca y Figueroa Alcorta. Pocos privilegiados traspasaban los muros del “inglés de las flores”, quien falleció en 1936, y donó el espléndido y exótico botánico a la Universidad Buenos Aires, actual Sede de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, cercana a la plaza. Lamentablemente, las fabulosas y rarísimas orquídeas se perdieron con los tiempos del trámite de traspaso al Estado.

Villa Devoto, símbolo de la amistad de los barrios

El Pontificio Seminario Mayor Metropolitano de la  Inmaculada Concepción, inaugurado en 1899, obra de Pedro Coni, y el Instituto San Vicente de Paul, proyectado por Buschiazzo y abierto en 1902, también son señales el crecimiento progresivo del barrio, fuertemente ligado a la formación religiosa. También la actividad deportiva, con el “Società Italiana di Tiro a Segno” (1895) que persistió en un gran terreno, el principal polígono de tiro porteño pero que obstruía las calles principales con salida a la actual General Paz, y que fue definitivamente loteado recién en los veinte por la prédica de los vecinos.

Mismos que impulsaron la sociedad de fomento más antigua de Buenos Aires, aún vigente, fundada en 1896, “Sociedad de Fomento Villa Devoto. Sus objetivos, seguramente nacidos de la situación de relativo aislamiento comunes a todos los asentamientos urbanos aparecidos en este período histórico, responden a la precariedad del equipamiento urbano en materia de pavimentos, medios de transporte y establecimientos educativos y sanitarios, y constituyen una herramienta del vecindario…Y desde esta entidad se impulsa la radicación de servicios de policía, salud, correo, línea de tranvías, registro civil, etc. Los pedidos que se efectúan, por lo general obtienen respuestas favorables -como el Palacio de Aguas Corrientes de 1913 de la avenida Beiró, puesto allí porque es la cota más alta de Buenos Aires, 37.8 metros- . Será su primer presidente Delmidio Latorre…Federico Devoto dona, con destino a la construcción de la sede propia de la Sociedad de Fomento el triángulo limitado por Fernández de Enciso, Joaquín V. González y Habana, donde se levanta el popular “Castillito”, que alberga también a la Biblioteca Roque Sáenz Peña”, completando en la cita de Horacio y Luis Callegari - Cortese cómo, ahora, manos anónimas prosiguieron el empuje tesonero vecinalista que confirió Don Antonio a su Villa, Villa Devoto. Que se huele amiga en los bares notables, Café Don Juan, Camarones  2702, y Café de García, Sanabria 3302. Porque al Jardín de Buenos Aires, Villa Devoto tendría que sumarse el apelativo de custodia del sentimiento de fomento del progreso y la comunión barrial. Quien visualice las tantas películas argentinas que cuando necesitan imágenes de barrio, filman en Villa Devoto, o se acerque a su plaza Arenales, con vecinos a toda hora, sentirá la vida en otro tiempo, hermano, lejos del bullicio y vértigo que nos va demoliendo poco a poco.

 

Fuentes: Herz, E. G. Villa Devoto. Un barrio de quietud patriarcal. Buenos Aires: Cuaderno XLIV. 1978; Dondo, O.H. La amistad de algunos barrios.Buenos Aires: Cuaderno XV. 1961; Zigón, A. T. Los primeros años de Villa Devoto en Colección de Estudios Históricos sobre la Ciudad de Buenos Aires. 1991; Callegari – Cortese, H. y L. Villa Devoto, jardín de Buenos Aires en www.buenosaireshistoria.org

Imágenes: Buenos Aires.gob / Télam

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