Visitar el Delta del Parana es algo maravilloso. El lugar fascina a propios y extraños. Mucha tinta se ha utilizado para describirlo. Pero todo eso no alcanza. Es necesario ir, recorrerlo, sentirlo, imbuirlo.
Despertar en él es el momento donde el perfume a tierra humedecida al amanecer, la niebla que muere lentamente frente a los rayos del sol. Es el instante en que se abren a los ojos una aglomeración homogénea de tonalidades verdes, el canto de las aves saludando un nuevo día, la paz que llega desde los canales, hasta la fragancia a citronella pasa a formar parte de ese instante mágico de moderación y acuerdo.
El compositor mendocino Daniel Altamirano describe, en su tema “El Mal del Sauce”, perfectamente lo que se siente al vivir la experiencia que relatamos. Altamirano se arriesga a más y especifica en su letra cual es la cura de ese mal.
Una lugar gigantesco
La región es vasta. Con casi 9 mil kilómetros cuadrados, el Delta del Tigre se encuentra entre los más grandes del mundo. Además, es uno de los únicos que no desemboca en un mar o un océano. Lo hace en el Río de la Plata, después de que el Río Paraná se divide en varios ríos más pequeños y forma una multitud de islas sedimentarias cubiertas de bosques y pastizales. Con sus islas y canales, el lugar es lo que podría haber sido Venecia antes del desarrollo.
El Tigre lleva ese nombre por los jaguares, que alguna vez deambularon por allí, antes de que las islas se volvieran importantes desde el punto de vista agrícola para el mimbre y la fruta a finales del siglo XIX. Los británicos, que tendieron los ramales férreos, son los que le pusieron el nombre confundiendo a jaguar con el otro felino. Con la epidemia de fiebre amarilla de 1877 en Buenos Aires, El Tigre fue visto como un retiro saludable. Comenzaron a construirse mansiones que aún perduran.
Con ustedes La Becasina
Estos entramados de islas remotas e indiferentes son las que proporcionan un mayor alivio a la vida urbana. Varios centros de descanso se han abierto en las islas, una vez conocidas solo por sus excursiones de un día. Una de ellas, es La Becasina Delta Lodge. Se encuentra sobre el Arroyo Las Cañas, en la denominada segunda sección del Delta. El lugar abarca ambas márgenes del afluente en una extensión de poco más de un kilómetro. La escasa densidad de población de esa zona, sumado a lo agreste del paisaje hacen, de este establecimiento, el lugar ideal para el descanso y la desconexión.
El sitio ofrece 15 cabañas, construidas en su totalidad en madera, posee un deck privado y una vista que maravilla y seduce al más escéptico. El interior de cada ambiente presenta paredes blancas, exclusivos muebles de Ratán y cuadros que no hace más que reflejar el equilibrio del lugar, esta sumatoria de detalles garantiza el máximo bienestar. Todas las cabañas poseen calefacción central y aire acondicionado para asegurar mayor bienestar de acuerdo con las distintas temperaturas del año.
Por otra parte, el Lodge posee dos barras para tragos una pileta en el Deck Principal. Los variados cócteles que se ofrecen son ideales para gozar de la puesta del sol. El comedor principal del Resort ofrece excelsas creaciones con la particularidad que, en su gran mayoría, son todos productos de las Islas. La Becasina Lodge ofrece también la posibilidad de pasar el día y almorzar allí, para ello es necesario efectuar una reserva con anticipación.