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El nervio óptico: una lectura fascinante

María Gainza es una escritora argentina nacida en 1975. Hija de Alberto Gainza Paz (ex director del diario La Prensa), se formó como crítica de arte, disciplina sobre la que empezó a escribir en 2003 (publicó en The New York Times, ArtNews y Página 12). Pero de lo que trata esta columna es de su primera incursión en la narrativa, el hermoso libro llamado El nervio óptico.
El nervio óptico (editado primero por la editorial Mansalva y luego reeditado por Anagrama) está estructurado como una novela, pero su género no queda claro. Compuesto por once capítulos, en cada uno de ellos la autora usa como “excusa” alguna obra de arte (en su gran mayoría de pintores argentinos) para, en primer lugar, dar una especie de clase de análisis pictórico: sus técnicas, contexto cultural y biografía del artista en cuestión. Pero, además, y en este punto es en el que se destaca, cada uno de estos once capítulos cuenta algún aspecto de la vida personal y familiar de la autora (quien pertenece a la oligarquía nacional venida a menos, con todo lo que ello implica). Este cruce de mundo íntimo con arte mundial da como resultado un libro exquisito, erudito y hermoso.
El nervio óptico: un compendio de belleza
Que sea bello como pieza literaria y que nos invite a leerlo sin dejar de pasar las páginas como poseídos es lo máximo que se le puede pedir a cualquier libro. Pero en este caso se le suma algo que no es muy habitual y que siempre es bienvenido: El nervio óptico es un libro con el cual se aprende. Cada página tiene o una enseñanza de vida o una clase de arte.
Por último, una recomendación: léanlo con Google al lado. Prácticamente cada una de sus páginas nos invita a revisar un cuadro, a ver un detalle que se nos había pasado por alto, a valorar un aspecto desconocido de una pieza emblemática. A veces es peligroso ser muy categórico con las recomendaciones literarias porque los diferentes lectores tienen distintas sensibilidades y no siempre el mismo libro le gusta a un público amplio. No es el caso. Creo que este es un libro recomendable para cualquier tipo de lector.

Hipólito Azema nació en Buenos Aires, en los comienzos de la década del 80. No se sabe desde cuándo, porque esas cosas son difíciles de determinar, le gusta contar historias, pero más le gusta que se las cuenten: quizás por eso transitó los inefables pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Una vez escuchó que donde existe una necesidad nace un derecho y se lo creyó.
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