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Solo el 11% de los hogares argentinos tienen una alimentación de calidad

Los hábitos alimentarios de los argentinos distan mucho de ser los ideales en cuanto a la calidad nutricional de sus comidas. ¿Qué podemos hacer al respecto?

Ser vegetariana en la Argentina es casi un sacrilegio. A la gran mayoría de la gente, que una persona decida no consumir carne le parece una atrocidad. Es que la alimentación que elegimos tiene mucho que ver con los parámetros culturales que nos rigen: ¿comeríamos lo mismo si hubiésemos nacido en China? Por supuesto que no. 

Pero, así como la carne es la reina absoluta de las mesas argentinas, la preponderancia que se le otorga al momento de preparar las comidas termina desplazando otros grupos de alimentos que son fundamentales para tener una dieta equilibrada. La conciencia alimentaria es muy pobre en nuestro país y un estudio reciente lo demuestra: solo el 11% de las familias argentinas llevan adelante una alimentación de alta calidad nutricional, contra un 39% de los hogares tiene una alimentación de baja calidad, independientemente de los ingresos que posean.

Las cuestiones culturales, actualmente, se suman a las dificultades económicas que atraviesan la mayoría de los argentinos: algunos no comen bien porque no quieren, otros simplemente porque no pueden darse ese lujo. 

Un equipo conformado por profesionales de la Universidad Católica Argentina (UCA), la Red Argentina de Bancos de Alimentos y el Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (Cepea) realizó esta estimación a partir de distintos relevamientos nacionales, como la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (Ennys 2) y la de Gastos de los hogares, del Indec.

De acuerdo con estas entidades, los grupos de alimentos que menos consume la población son frutas, verduras, legumbres, yogur y fermentados, granos, cereales y harinas integrales. Por el contrario, se consumen en exceso panificados, harinas, carnes grasas, quesos, papa y bebidas e infusiones dulces con una proporción de consumo superior incluso al recomendado en las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA).

Por este motivo, planean lanzar un programa de educación alimentaria y nutricional, para darle a la población una herramienta a través de la cual puedan realizar el importante cambio de hábitos que es necesario. “Solo un 11% de los argentinos tiene una alimentación de calidad. En el contexto crítico actual, con alimentos muy caros y un porcentaje de pobreza tan importante, eso cobra aún más valor”, señaló Patricio Kenny, director de la carrera de Nutrición de la Facultad de Ciencias Médicas de la UCA durante el lanzamiento del programa.

Además, agregó que existe una deuda pública al respecto de estas cuestiones: “Lamentablemente, la Argentina es un país en el que se da la paradoja de ser productor de alimentos con alto porcentaje de pobreza y malnutrición/desnutrición. Y, ahora, con la paradoja también que, en la región, coexisten la desnutrición por exceso y carencia. Es notable cómo las ONG a través, por ejemplo, de los bancos de alimentos están trabajando para que no se desperdicien alimentos. Son el sector que más se están preocupando por este asunto de salud pública”.

Por su parte, Sergio Britos, director de Cepea, sostuvo: “Es necesario producir cambios de hábitos sostenibles para reducir las brechas en la calidad nutricional y la diversidad en la alimentación para mejorar las carencias y los excesos. Creemos tener un buen conocimiento de cuáles son los problemas nutricionales. Comen tan mal en Puerto Madero como los argentinos más pobres. Las brechas alimentarias son muy altas y su intensidad es muy profunda”.

 

Imagen: Freepik

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