¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónA menudo los psicólogos somos acusados de hurgar en el pasado y de atribuir a la infancia el origen de todos los problemas. Esto es en parte cierto y tiene una explicación. Por un lado, la infancia es un momento de la vida en el cual nuestra mente en desarrollo no es lo suficientemente fuerte para absorber el voltaje de las emociones y sensaciones que generan algunas vivencias. Por otro lado, la niñez es el momento de la vida en la que más intensamente vivimos la relación con nuestros padres por la profundidad de los sentimientos y la situación de dependencia con ellos.Dada esta situación, puede ser que haya algunas experiencias particularmente intensas que nos encuentren con la guardia baja. Estas vivencias las vamos a registrar como saturadas de intensidad, como si tuviesen una sobrecarga eléctrica. Nos dejan marcas y nos condicionan la forma de leer los eventos y los vínculos en el futuro y tienen la cualidad de conservar esa intensidad, no importa cuánto tiempo pase, lo cual hace que las percibamos como casi recién sucedidas. Es como si lo que pasó de alguna manera se resistiese a volverse parte de nuestro pasado porque cuando las recordamos volvemos a sentir la misma angustia que entonces y la sentimos de manera actual.Esas vivencias emotivas del pasado que dejaron marca y que no hemos resuelto se conjugan en gerundio: no pasaron, siguen pasando. Como “gerundio” suena a un tío alemán y no es una expresión cotidiana, propongo, para nombrar este fenómeno común a todas las personas, tomar prestada la expresión del tiempo verbal inglés: el present continuous (los verbos terminados en “ing”). Entonces, podríamos decir que el pasado no elaborado es, para nuestra realidad psico emocional, un presente continuo que sigue pasando.Esta es la razón por la cual los psicólogos debemos poner nuestra mirada y nuestra escucha en la historia de las personas. Debemos entender de dónde vienen y cuándo se generaron esas sensaciones de angustia que acompañan a los síntomas por los cuales consultan nuestros pacientes para poder desactivar ese proceso de continuidad actual del sufrimiento. El trabajo psíquico de procesamiento y elaboración de esas vivencias y sentimientos es largo y difícil y su resultado depende de muchos factores. Repasar esos conflictos antiguos es al principio doloroso y molesto, pero la recompensa es el alivio y la resolución en el mediano o largo plazo. Los psicoanalistas llamamos a esto trabajo psíquico o trabajo de elaboración porque la mente del paciente se esfuerza por hacer algo mejor con lo que le sucedió y transformarlo en algo superador. Cuando esto sucede, el pasado deja de ser un presente continuo doloroso y se vuelve, por fin, pasado. Deja permanentemente de suceder y entra en la historia. En lugar de una herida abierta, infectada, el trabajo clínico irá generando primero una cascarita y luego una cicatriz. Allí, el tejido no es igual, señal que algo importante nos marcó, pero ya no duele.Diríamos, para responder la pregunta del título, que no es una cuestión de gusto, sino de necesidad clínica. Cuando algo nos duele así, lo mejor que podemos hacer no es guardarlo para “hacernos los fuertes” o para no preocupar a los demás, sino hablarlo o hacer una consulta.
Fecha de Publicación: 22/06/2020
Argentinos por el Mundo - Federico Duberti
Entrevista a Juan Gómez: De dónde vengo -
¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónExcelente nota mi querido colega! suelo pensar estos temas....gracias por los aportes!
Comentarios
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