El Parque, emplazado en la Ciudad de Mendoza, ha sido y es visitado por propios y ajenos desde su fundación, a finales del siglo XIX. Árboles, bosques y montañas son parte de lo que tiene para ofrecer. Sin embargo, donde más tiempo pasa la gente contemplando y admirando su majestuosidad es frente al lago. Hoy, las personas se preguntan cómo sería navegar esas aguas, en torno a ese paisaje. Ayer, esa pregunta tenía una respuesta: en la Cuyanita.
Se trata de un pequeño barco que llegó desde Alemania durante la Primera Guerra Mundial. Pesaba 5 toneladas, con un casco de 13 metros de eslora (largo), y una capacidad para 40 personas. Al principio anduvo por el delta del Paraná, para luego instalarse en Mendoza. Los primeros viajes que completó la Cuyanita en el lago del Parque fueron durante la década del 20, mayormente con su capacidad colmada.
Años más tarde, llegaron tiempos oscuros para la pequeña embarcación. Víctima de agresiones vandálicas, la Cuyanita se vino a menos, aunque siempre reparada por el Estado para su puesta en funcionamiento. Ya en los 70 llegarían los últimos capítulos de la novela que habían leído todos los mendocinos. Uno de los hombres a cargo, apremiado por el frío, decidió encender fuego adentro para calentarse. El final cualquiera lo imagina. Incendio en el barquito, final de la Cuyanita.
Por eso, cuando un domingo a la tarde recorremos las veredas alrededor del lago, escuchamos las anécdotas de los padres memoriosos que les cuentan a sus hijos que alguna vez, en ese espejo de agua, navegó un pintoresco barquito, sustento de la alegría de adultos y niños: ese pequeño barquito era la Cuyanita.
Argentino, mendocino. Licenciado en Comunicación Social y Locutor. Emisor de mensajes, en cualquiera de sus formas. Poseedor de uno de los grandes privilegios de la vida: trabajar de lo que me apasiona. Lo que me gusta del mensaje escrito es el arte de la imaginación que genera en el lector. Te invito a mis aventuras.