¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónMi hermana está viviendo afuera desde hace unos años y, como a todo emigrado, por momentos la asalta la nostalgia. Y, cuando un argentino se pone melancólico en el exterior, una sola cosa le viene a la mente. Por eso, cuando estaba planeando mi viaje para ir a visitarla el año pasado, ella tuvo una ocurrencia para nada original y aún menos práctica: traé alfajores.
Claro que no se los llevé por un montón de razones que enumeré en su momento. Pero entendí su necesidad perfectamente. El alfajor es una de las golosinas preferidas de los argentinos. En el país se consumen 900 millones de alfajores anuales (es decir, cada argentino come –en promedio– 20 por año). Imagínense meses, ¡años!, sin probar uno. Claro que la entendí.
No tener la facilidad de pasar por un kiosco y antojarse con esa golosina debe ser duro. No poder disfrutarla con un café o simplemente caminando por la calle debe ser difícil. Pero tampoco es sencillo ubicar una docena de alfajores en una valija o, peor aún, en una mochila.
Traé alfajores es un deseo concreto y, a veces, una metáfora perfecta y difícil de explicar. Si no me creen, pregúntenle a Garcé.
Fecha de Publicación: 20/04/2018
El talento de entretener y sensibilizar con una historia llena de lugares comúnes.
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