¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónLos aljibes aparecieron en Santa Fe a mediados de Siglo XIX. Estos recolectaban el agua de lluvia, pero, en aquellos años, había muy pocos. Cuando no había agua de red, se lavaba la ropa en el río y, para tomar un vaso de agua, había cuatro opciones: cavar un pozo de balde, construir un aljibe, pagarle al aguatero o caminar hasta el río.
El aseo personal se complicaba. Era impensado, para los criterios modernos. La gente se bañaba poco en el invierno. O se higienizaban con toallas mojadas y, cuando hacía calor, se lavaban en el río.
En la sociedad colonial, las familias tenían que organizarse para conseguir agua. Las más ricas enviaban a sus criados. Más adelante aparecieron otras dos opciones. Primero, bien entrado el siglo XVIII, los pozos baldes, que eran perforaciones que se hacían en los enormes patios de aquellas casas para obtener agua de las napas. Cuando bajaban el balde, chirriaba el eje reseco. Chirriaba la vieja rueda. Chirriaban todos los fierros, Y al llegar el cubo al agua era un claro chapoteo. Un enérgico ruido y el cubo quedaba lleno. Y al subir todo goteando, El chirriar era un lamento. Y era claro y tintineante el copioso lagrimeo.
El agua de pozo de balde, de menor calidad, se utilizaba para el aseo familiar y la limpieza. Fue recién a mediados del siglo XIX, como dijimos, que aparecieron los aljibes en la ciudad. Con esta agua de lluvia, se cocinaba y se bebía.
Dicen los historiadores que los antiguos santafesinos tuvieron que trabajar mucho para conseguir una fuente de agua dulce. El agua de la laguna Setúbal era salada. Provenía, principalmente, del arroyo Saladillo. Para resolver este problema el Cabildo decidió cavar un zanjón, a pico y pala, para traer agua dulce del río Colastiné.
Con los años, las crecidas y la erosión, el zanjón se convirtió en el riacho Santa Fe. Este canal, hasta el día de hoy, sigue abasteciendo de agua a la ciudad.
Durante siglos fue el Cabildo quien definía el lugar apropiado para buscar agua. Esta tarea era importante porque, en el río, además, había lavanderas profesionales. Esta actividad contaminaba el río. La ropa se siguió lavando así hasta las primeras décadas del siglo XX.
El aguatero se convirtió en un protagonista importante de la vida urbana al promediar el siglo XIX. Una huelga de aguateros podía paralizar la ciudad como ahora lo hace un paro de transporte. Los Santafesinos sufrieron un largo y traumático reclamo de sus aguateros durante 1877.
En las últimas décadas del siglo XIX, sus carretas empiezan a recorrer la ciudad. Incluso, en 1897, la Municipalidad construye algunos tanques para centralizar el lugar en el que se proveían de agua. Con la llegada del agua de red, uno de los cambios más importantes fue la aparición del baño, como un cuarto separado. En las primeras décadas del siglo XX, los santafesinos comenzaron a soñar con baños sofisticados y llenos de artefactos.
La pasión por el baño era comprensible. Antes de 1907, en las casas no había estructura sanitaria. El agua se conservaba en tinajas de barro. La gente usaba jarras para limpiarse y bacinillas para las deyecciones. El sistema de letrinas sólo se utilizaba en algunos lugares puntuales de la ciudad.
Ya por aquellos años, Santa Fe contaba con unos 60 aljibes. Había uno, por ejemplo, en la casa del Brigadier Estanislao López.
Fecha de Publicación: 12/03/2021
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