¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónJusto en el límite noroeste del macrocentro santafesino, comienza una populosa barriada, con el nombre de Villa del Parque. Este lugar, que fuera un caserío de viviendas precarias y altísimos niveles de pobreza, es hoy en día un barrio organizado, con asfalto, servicios sanitarios, escuelas y una activa asociación vecinal. Su calle principal lleva el nombre de Padre Osvaldo Catena.
Quién fue este Padre Catena es el interrogante que da lugar a extensas respuestas. Todas ellas ávidas de hacer justicia a tanto que se puede decir de este sacerdote. El cura dejó en Santa Fe una obra trascendental y profunda.
Nacido en Mariano Saavedra, Santa Fe, en el año 1920 y en el seno de una familia de humildes piamonteses, se crio ayudando a sus padres en las tareas rurales. Ya en sus estudios primarios, evidenció un gran interés por aprender y enseñar, por lo que con solo finalizar la escuela le ofrecieron enseñar en los grados inferiores, pero ya su vocación por el sacerdocio lo había marcado, por lo que ingresó al Seminario de Guadalupe.
Dicen los santafesinos que el Padre Catena “es de todos”. Seguramente las nuevas generaciones lo conozcan por los relatos de sus padres y por los testimonios de obras que ha dejado y han marcado la actividad pastoral, educativa y musical en nuestro medio, trascendiendo al ámbito nacional.
Siendo sacerdote, fue convocado, por ser perito en Liturgia, a participar como asesor del Concilio Vaticano II, lo que lo llevó a dedicarse plenamente a la renovación de las formas del culto. Su opción por los pobres y su contacto directo con ellos desde la Parroquia del Cristo Obrero, también hicieron que trabajara para acercar la Liturgia al lenguaje común, que la haga accesible al hombre más sencillo.
Escribió y participó en la escritura de varios libros. Fundó el Movimiento Familiar Cristiano y se desempeñó como Capellán del Colegio Nuestra Señora del Calvario, al que impregnó con una característica particular de compromiso con la realidad, que aún perdura.
Fue a través del canto que se destacó con acciones fundamentales, como la organización de la Escuela de Música Sagrada, de un grupo litúrgico a nivel nacional “Pueblo de Dios” (que aún continúa en la difusión de su música) y la fundación del Coro “Los Cantores del Cristo Obrero”. Es autor de muchos cancioneros litúrgicos, como “Gloria al Señor” y “Cien salmos para cantar”, que recopilan sus creaciones y la adaptación de letras o música, de autores populares y cultos y se utilizan todavía en celebraciones religiosas.
También, como músico, integró y participó en la renovación del Instituto Superior de Música de la Universidad Nacional del Litoral.
Cuando Ariel Ramírez elabora su Misa Criolla, recibe el asesoramiento de Catena, lo que fue reconocido y agradecido públicamente como valiosa colaboración por el mismo Ramírez, en numerosas oportunidades, ya que no existen registro oficial de ello.
Su verdadero compromiso con los pobres hizo que, desde su precaria vivienda en Villa del Parque, promoviera a la creación de una asociación vecinal, una guardería infantil, una escuela primaria y hoy en día se cuenta también con una escuela técnica.
En el libro Padre Catena: el pueblo escribe su historia, editado en 1988, los testimonios de su vida, sus vivencias y las de sus amigos abundan para justificar el agradecimiento y la admiración por este cura que, a raíz de la defensa del perseguido y el marginado social, también sufrió, en épocas marcadas por la represión en el país, persecución y amenazas.
Precisamente para ponerlo a salvaguarda de estas dolorosas circunstancias, le ordenaron dejar la ciudad de Santa Fe y, después de permanecer un tiempo refugiado en la Abadía del Niño Dio en Victoria, fue destinado al Monasterio Benedictino de Los Toldos, Buenos Aires. Pero su último destino fue la Iglesia Nuestra Señora del Carmen en Benito Juárez, donde continuó con su obra en favor de los necesitados y por eso los feligreses lo reconocen como un profeta. Muchísimas fueron las obras que realizó allí, desde fundar doce capillas, hasta construir un barrio completo para personas solas.
Su muerte, acaecida en noviembre de 1986, provocó profundas manifestaciones de dolor y respeto, desde la paralización de todo tipo de actividades en la zona en la que vivía hasta sendas celebraciones en su homenaje en esta ciudad de Santa Fe, que jamás olvidará al “hermano de todos” (como él mismo solía llamarse) y en la que el nombre de una calle en su antiguo barrio es apenas una manifestación del agradecimiento y la devoción que su persona inspira.
Fecha de Publicación: 12/08/2020
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