¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónLas pulperías fueron establecimientos en donde se forjó la historia. Miles de enfrentamientos icónicos, como los del Martín Fierro y Juan Moreira, se daban en el seno de este tipo de lugares. Además de tener un lugar en nuestro imaginario colectivo, las pulperías tienen un lugar en nuestro corazón. Porque nos ayudan a reconciliarnos y reencontrarnos con nuestros ancestros. Y nos recuerdan de dónde viene la argentinidad, para invitar a preguntarnos, por qué no, también hacia donde va.
Las pulperías fueron durante mucho tiempo el centro social de la parte más humilde de la población. En general, eran el punto de encuentro donde se reunían los personajes típicos de cada región a conversar y actualizarse sobre las novedades. En estos lugares, se podía tomar bebidas alcohólicas y además se practicaban ciertas tradiciones del momento. Se realizaban peleas de gallos, se jugaba a los dados, a las cartas, al pool y mucho más. Siempre solían contar con una o dos guitarras para que los gauchos dejaran volar su inspiración con la vihuela. Este instrumento los invitaba a improvisar, cantar o incluso organizar payadas y bailes interminables entre los parroquianos.
Hoy, las pulperías se consolidan como un lugar donde podemos frenar el reloj y disfrutar de un buen vaso tradicional. En el seno de estas 3 postas cordobesas, damos vuelo a la imaginación y a la historia, conectando con nuestro pasado gaucho.
Se trata de un lugar único por ser una casona de 1727 de estilo colonial que brinda una sensación de calidez inigualable, sumado a la amable atención y los exquisitos sabores que su personal ofrece. Lo de Acevedo es uno de los lugares donde se puede degustar excelente gastronomía criolla: empanadas fritas, locro o estofado de cordero. Pero también otros platos como lomo con salsa de hongos de pino, pastas, postres caseros como queso con cayote, y miles de opciones más. Está ubicado en la manzana fundacional del pueblo, lo que consolida a este lugar como una de las cocinas de la historia. Además, suele haber música en vivo, para musicalizar los recuerdos.
Es otro de los lugares que se resisten al paso del tiempo. Adentrarse en su interior equivale a retroceder un par de décadas. Cuando la localidad era apenas un caserío y empezaba a poblarse, allá por los años 50, sus primeros clientes eran baqueanos, productores y trabajadores rurales de la zona. Además de conservar el almacén, sostuvo su fama por sus “lunes de puchero”, en un área que se destina para unas cuantas mesas y sillas. En esta postal de otro tiempo, cuentan también con una galería de fotos que refleja el paso de los años.
En este pueblito transerrano todavía hay gente que se mueve a caballo por las calles de tierra. En San Javier todo busca conservar tradiciones antiguas para invitarnos a revivir nuestro pasado argentino. Pero hay un lugar que lo hace más evidente e inevitable y es esta pulpería, donde se reviven pasiones ancestrales y se viaja en el tiempo.Todo se mezcla entre casonas de estilo inglés y construcciones de adobe. El establecimiento se encuentra frente a la plaza, núcleo de la vida del pueblo. La pulpería no tiene nombre oficial, pero el dueño se llama Mario Giménez y quedó bautizada como ‘Lo de Giménez’. Los paisanos, en bombachas y alpargatas, toman fernet con coca, porque no solo son paisanos sino también bien cordobeses. Los tragos y platos se disfrutan junto a una rocola. Adentro del local, hay bolsas de cereal, riendas, botellas, carnes y pizzas. El mito cuenta que Giménez es el que da el punto final de la jornada de farra. Dicen las malas lenguas que cuando quiere cerrar su almacén desenchufa la rocola y sale con un látigo, amenazando a quien se resista al fin de fiesta.
Pero estas no son las únicas postas del recuerdo. También Nono y Villa del Totoral son destinos que poseen un popurrí de pulperías para conocer.
Fecha de Publicación: 22/04/2021
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