Ser Argentino. Todo sobre Argentina

Portero, no: Encargado.

Portero, no: Encargado.

Miguel lo conozco desde que era chica. Yo vivía con mi familia en la cuadra y tenía amiguitas en el edificio. A los que estamos acostumbrados a vivir en casas no nos termina de cerrar del todo la función del encargado: si uno puede manejar su propia vivienda sin ayuda de nadie, ¿por qué el hecho de vivir en un departamento ameritaría esa figura?

Las vueltas de la vida hicieron que, con los años, terminara viviendo en el edificio de Miguel. Entonces, empecé a entender un poco mejor. Más allá de sus tareas específicas (baldear, sacar la basura, etc.), Miguel tiene una función simbólica en el edificio: te saluda con una sonrisa todos los días, todo el año; te resuelve cuestiones y dudas domésticas; conoce todo y a todos, en el edificio y en el barrio.

Hace poco, me comentó que ya estaba entrando en la edad de jubilarse. Cuando el consorcio le preguntó qué pensaba hacer, él dijo que quería seguir trabajando: esa era su casa, su trabajo y su vida. En épocas donde los encargados están desapareciendo, reemplazados por personal de limpieza por horas, personas como Miguel nos hacen recordar que las relaciones humanas son más que un número en las expensas. Y que un simple “buenos días” nos puede cambiar la mañana.

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