La ilusión de "salir de pobre"

La última semana del año era completamente distinta. La posibilidad de ganar dinero con la Lotería Nacional apostando al “Gordo de Navidad” creaba un clima de expectación, acentuado durante la trasmisión radial del sorteo, esperando la aparición del número ganador. Salvo la quiniela clandestina, no existían otras posibilidades de juego. La trasmisión radial del sorteo duraba varias horas: la posibilidad de ser nuevo rico anidaba en cada uno de los que habían adquirido un billete de lotería.

Los resultados del sorteo provocaban todo tipo de comentarios y una extensa cobertura periodística y radial. Siempre se consultaba el extracto completo del sorteo, a fin de verificar si se había obtenido algún premio. Los nuevos ricos eran reporteados repetidas veces, brindando historias de vida curiosas y atractivas. Paralelamente al sorteo navideño, se realizaban en almacenes y panaderías sorteos de grandes canastas conteniendo una diversidad de productos alimenticios, bombones, confitados, juguetes y grandes muñecas “Marilú”. Para los que vieron frustradas las posibilidades de ganar un premio, encontraban desquite jugando en el sorteo de Año Nuevo que, con un premio menor, abría un nuevo abanico de posibilidades para “salir de pobre”. Los beneficiados alcanzaban un inmediato grado de popularidad que después del último sorteo importante, el de Reyes, caían poco a poco en el olvido.

Eran tres sorteos en dos semanas, en los que cambiaba el destino de varias familias. Ya fuera por la adquisición de un entero, de varios billetes, o la modesta participación en uno, en el caso de ganar todo oscilaba desde una mejoría de la situación económica hasta la posibilidad de adquirir varios billetes en la próxima jugada de la lotería de ese Buenos Aires de ayer.