El walkman, los jeans de tiro alto (muuuuy alto), mucha lycra, el radiograbador, el teléfono fijo, el Renault 11. Todo eso es muy noventas. Todo eso nos remite al nombre de un programa de TV que se volvió una frase indeleble para todos los argentinos: ¡Grande, pa!
La serie tuvo lugar entre 1991 y 1994. Todos los miércoles, a las 9 de la noche, el país entero sintonizaba Telefe. Ahí aparecía una familia algo atípica para lo que estábamos acostumbrados a ver en la tele. Un papá viudo, que tenía que hacer frente a la crianza de sus tres hijas con la ayuda de una niñera (de la que –SPOILER ALERT– se terminaba enamorando). Arturo, las “chancle” (Jose, Angie y Flo) y María le daban vida a esta familia diferente que llegó a tocar temas no tan comunes para la época, como la primera menstruación o el debut sexual.
Dicen que el papá podía haber sido Guillermo Francella. Dicen que, en un principio, iba a ser un ciclo de verano. Lo cierto es que Arturo Puig, María Leal, Nancy Anka, Julieta Fazzari y Gabriela Allegue (a quienes luego se les sumo Agustina Cherri, la cuarta “chancle” adoptada) le dieron vida a un programa de TV que marcó la infancia –y no tanto– de muchos argentinos.
¡Grande, pa! es una de las series más recordadas de los 90, y eso por algo es. Transmitía un amor de familia distinto, con cuestiones cotidianas, que todos atravesábamos. Exhibía la imagen de un papá amoroso, que no tenía reparos en demostrar el cariño que sentía por sus hijas.
Hoy Arturo ya es abuelo en la vida real. Pasaron más de 25 años del final del ciclo y, todavía, lo recordamos con una sonrisa enorme cada vez que escuchamos a alguien decir: “¡Grande, pa!”.
Licenciada en Comunicación Social y correctora. Nacida y criada en el oeste del conurbano bonaerense. Sagitariana, vegetariana, crossfitera y viajera. Estoy convencida de que, con las palabras, podemos hacer magia. Pasen y lean.