En Argentina tenemos muchos hijos talentosos que han nacido en nuestras tierras, pero también tenemos muchos otros adoptados, que pasaron por aquí y se enamoraron perdidamente del lugar. Hubo uno en particular que llegó desde Inglaterra y trajo algo que siempre viene bien: magia.Se llamaba David Bamberg y había nacido en 1904 en el seno de una familia de magos, de la cual fue el séptimo y último de la dinastía. Cuando llegó a Buenos Aires, en 1927, aún utilizaba el nombre artístico Syko, sugerido en su momento por el mismísimo Harry Houdini. Llegó como parte de una compañía que estaba de gira, pero en cuanto pisó nuestro país tomó una decisión que cambiaría su vida: este sería su hogar a partir de entonces.Aquí conoció la fama y se transformó en una celebridad. En 1929 se convirtió en el mago Fu Manchú, nombre inspirado en su personaje favorito de la infancia. Ese año decidió montar su propio show y el éxito fue inmediato: era el comienzo del mito. Su espectáculo de magia llenaba los mejores teatros de Buenos Aires, con dos y tres funciones diarias, durante varios meses en cartel.Luego, su fama trascendió la Argentina y partió de gira por el mundo, principalmente en Europa y Centro América. Vivió algún tiempo en México, pero su hogar siempre fue Buenos Aires. Aquí descansó también luego de su retiro de los escenarios, cuando fundó su tienda de magia y la Escuela Fu Manchú, por la cual pasaron muchos de los actuales magos argentinos.Murió, también aquí, en 1974. Detrás dejó un legado de magia, ilusiones y enseñanzas de las que pudieron disfrutar varias generaciones de argentinos.
Licenciada en Comunicación Social y correctora. Nacida y criada en el oeste del conurbano bonaerense. Sagitariana, vegetariana, crossfitera y viajera. Estoy convencida de que, con las palabras, podemos hacer magia. Pasen y lean.