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Ir a la secciónBuenos Aires - - Lunes 27 De Marzo
Hace un tiempito te contábamos un poco sobre el origen de los nombres de las facturas. El tema es muy interesante y, sobre todo en Santa Fe, da para profundizar. Los santafesinos tenemos panaderías muy buenas. Hacen cosas riquísimas y algunas de ellas tienen una tradición de muchos años. Muchas otras, que desaparecieron, siguen siendo muy recordadas por los santafesinos. En esta nota rendimos un pequeño homenaje a algunas de ellas. Y, de paso, te enseñamos un poco más sobre la variedad de nuestra industria panaderil.
Como muchas de las cosas en este país de tradición inmigrante, todo comenzó con un italiano. En 1887, en Buenos Aires, el anarquista Ettore Mattei creó la primera institución de la resistencia argentina: la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos. Al año siguiente, los panaderos que formaban parte del sindicato realizaron una huelga que duró más de 15 días. Fue entonces cuando decidieron hacer sus reclamos de una forma diferente: bautizaron a sus creaciones con nombres que, en realidad, representan una protesta a las instituciones contra las que ellos luchaban.
Nuestras facturas fueron bautizadas para protestar. Y, cada vez que las nombramos, estamos rememorando, en cierta forma, la causa anarquista.
Pero eso no es todo. El propio término "facturas" está cargado de significado. Su uso fue utilizado para referirse a todas las producciones de los panaderos, de forma tal que los miembros del sindicato "llamaran subversivamente la atención sobre el valor de su trabajo".
Vamos entonces con esta explicación más detallada de los nombres que reciben las facturas argentinas.
Sacramentos: son las facturas que tienen relleno de membrillo, su nombre es una crítica a la Iglesia Católica.
Bolas de fraile o suspiro de monja: rellenas de dulce de leche o crema pastelera, los panaderos de 1888 les pusieron ese nombre para ironizar sobre los curas y las hermanas.
Bombas: estas facturas son una burla directa contra el Ejército. Son los clásicos profiteroles, rellenos de crema o dulce.
Cañoncitos: también con relleno de pastelera o dulce de leche, espolvoreados con azúcar impalpable, hacen alusión a los cañones del Ejército.
Vigilantes: su nombre es una burla directa a la fuerza policial.
Libritos: las galletitas de grasa que con su forma hacen referencia a la educación.
Cremonas: se asemejan a una fila pegada de letras A, símbolo del anarquismo.
Por su parte, el nombre de las medialunas tiene un origen más antiguo. Se remonta a 1529 y representa una blasfemia contra el Islam. Viena estaba sitiada por ejércitos turcos y ellos crearon la medialuna como elemento provocador: era una especie de pizza con la forma del símbolo musulmán y se asomaban a la muralla masticándolas.
Corría el año 1929. Nuestro país, granero del mundo, rico, con esperanzas. Los inmigrantes llegaban desde sus patrias hambreadas en busca de un futuro para sus hijos. Dejaban atrás los corazones de sus mayores. Argentina prometía.
El trigo, esa espiga dorada que aseguraba el pan, hacía de Santa Fe una de las provincias elegidas, seguramente, también, por las historias que contaban los compatriotas que los habían precedido y estaban “sacando la cabeza fuera del agua”.
Santa Fe, ciudad puerto. Gran portal de entrada, pero sobre todo de salida de los frutos de la tierra. Todo se movía a un ritmo desconocido hasta entonces. Y, así, se fueron instalando las primeras panaderías
Las Delicias va camino a cumplir 107 años de vida. Dos hermanos españoles fundaron la pastelería en la esquina sureste de San Martín y Crespo. En 1924, se mudaron al tradicional edificio de San Martín e Hipólito Yrigoyen, que es patrimonio histórico de la ciudad. Desde entonces, Las Delicias se convirtió en una de las postales de Santa Fe.
Otro tradicional espacio es Panadería y Confitería San Elías, en Avenida Facundo Zuviría. Sin tanta antigüedad como Las Delicias, pero ya con varios años, hay tres panaderías que, hoy, son grandes empresas locales. Hablamos de Franco Colella, la Balear y, en una medida un tanto menor, la Pérez. Un poco más pequeñas, pero también con más de una sucursal, Santa Teresita, Polo Norte y La Salette cuentan con una producción bastante importante. Después existe un sinfín de panaderías de barrio, donde también se pueden conseguir riquísimos vigilantes, sacramentos, cañoncitos y bizcochos.
Para cerrar, un respetuoso saludo para aquellas panaderías que, al igual que muchos comercios santafesinos, no soportaron la dura crisis de este 2020. Entre otras, cerró sus puertas la que era un emblema, panadería 9 de Julio.
Fecha de Publicación: 14/08/2020
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