El centro tucumano no es un paseo muy grande, pero sí muy concurrido. Los tucumanos saben que sus calles se suelen gestar personajes únicos y llamativos, como el vendedor de cubanitos. Personajes que pueden llegar a ser referentes por un tiempo determinado, uno, dos, tal vez cinco años y luego desaparecen.
Se construyen a través de la experiencia que generan, algunos con música, otros con disfraces y otros con sus discursos. Carlos Rojas no utiliza la música, pero ha convertido su presencia en algo legendario para los tucumanos. No es solo un vendedor de cubanitos, es un vendedor de élite, de jerarquía.
Si caminamos las calles del centro tucumano y lo cruzamos, rápidamente lo identificaremos. Traje negro, blanco o de otros colores, pero siempre de gala. Con un clásico moño y una notable flor en el pecho, brillante y una bandeja con cubanitos rellenos de dulce de leche. No solo la presentación del vendedor de cubanitos es destacable, también la de los cubanitos, una invitación al buen gusto.
Los personajes, dijimos, pueden llegar a estar cinco años y desaparecen: Carlos Rojas empezó en 1963 y sigue vigente. El vendedor de cubanitos es parte del patrimonio histórico y cultural de Tucumán. Rojas entiende que llamar cubanitos a sus productos queda chico: “Son cubanos”, dice, en referencia al tamaño de sus postres. Todos lo aman, grandes y niños y, si lo ves por la calle y queda algún cubano en su bandeja, difícilmente puedas resistirte.
Su imagen se ha construido con trabajo y constancia, no importa el calor, el frío ni la lluvia, él está. El cubanero es tan legendario y popular que ya ha sobrevivido a las falsas noticias de muerte que a veces acechan a las personalidades en redes sociales.
Enfrentar a un hombre del pueblo no es aconsejable
Los kilómetros caminados con su bandeja son incontables, pero los caminos no siempre fueron fáciles. No hace mucho tiempo, el vendedor de cubanitos recorrió el gigante Parque 9 de Julio, pero tuvo un aparente mal entendido en un bar. Una usuaria de Facebook denunció que había sido echado por la policía. Tener un cruce con Carlos Rojas, un histórico y amado de Tucumán, no fue una buena idea para el bar del parque.
Licenciado en Comunicación Social y periodista. Soy instructor de tenis y gané un Interclubes, también soy jugador y crítico de videojuegos. Siento que tengo un superpoder, pero aún no logro descubrir cuál es ni su alcance, imagino que es escribir. Siempre con la guardia alta.