¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBueno, quizás acá se note mi edad (se me empiezan a caer las sotas, no puedo evitarlo), pero para mí el juego de fútbol de consola no va a ser nunca el FIFA, ni siquiera el PES (Pro Evolution Soccer, por si queda algún despistado): el fichín, para mí, fue, es y será, por los siglos de los siglos, el Winning Eleven.
Ese juego le cambió la adolescencia a una generación de argentinos. Hasta ese momento, yo nunca había sido muy amigo de las consolas ni de los jueguitos de computadora, pero el Winning (de ahora en más voy a escribir “güinin”, si me lo permiten) introdujo algo distintivo, diferente, novedoso, que para el argentino promedio no es nada menor: la competitividad. Con el güinin uno no sentía que estaba jugando “a la computadora”, contra un adversario virtual, producto de la —escasa— inteligencia artificial de la época: estaba jugando contra otra persona (muy frecuentemente un amigo), al que le podía gritar los goles en la cara e incluso, si la cosa se pasaba de rosca, le podía pegar un cachetazo (una vez juro que estuve a punto de darlo y varias a punto de recibirlo).
Porque el güinin, para la gente de mi edad, fue la posibilidad de lograr lo que antes requería esfuerzo físico y espacio en la comodidad de un sillón en un living. Evidentemente ya nos estábamos poniendo viejos y no queríamos verlo…
Fecha de Publicación: 19/04/2018
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