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Ir a la secciónBuenos Aires - - Miércoles 01 De Febrero
La gran avenida Pedro Zanni alberga un espacio que todos los lugareños conocen. Probablemente no haya infancia que carezca de una foto sobre el césped del Parque Gazzano. Un lago artificial y ocho hectáreas de verde se desprenden en su interior. ¿Cómo olvidar los batibotes repartidos en el agua con niños saludando con felicidad? Asimismo, la postal de los patos y gansos merodeando alrededor forman parte de la memoria colectiva con nostalgia y melancolía. No es que ya no existan, pero nada es lo que era. Tal vez, la falta de cuidados estatales, los intentos de privatización o las denuncias de vecinos hayan teñido los recuerdos de otro color.
La unicidad que posee es innegable. No solamente por la belleza que aporta a la capital entrerriana, sino además por ese IVA que va directo a la emotividad. Este es el motor que ha impulsado numerosos reclamos de los ciudadanos a lo largo de los años en cuanto a su preservación. Es que, a medida que las gestiones municipales cambiaban, también lo hacían las políticas para su manejo. Así, se generó un vaivén constante en cuanto al cuidado que le correspondía. Inclusive, en tanto avance y retroceso, se llegó a concebir la idea de ceder el terreno a un club privado.
Es por esto que, desde enero de 2019, existe un grupo de vecinos autoconvocados denominado “Amigos del Parque Gazzano”. La idea surgió a partir de la preocupación de estos cuando salían a caminar por el lugar y observaban su deterioro. Desde allí, han mantenido encuentros periódicamente para pensar y accionar acerca de la actualidad del paseo. Fueron sus denuncias y las de otras personas interesadas en la problemática las que lograron captar la atención de los medios locales. Por consiguiente, se logró lo mismo con diversas autoridades estatales. Algunas escucharon más y otras menos.
El espacio se construyó encima de los terrenos donados a la ciudad por don José Gazzano. Fue un hombre proveniente de la ciudad italiana de Génova que llegó al país a fines del siglo XIX. En 1920 adquirió la quinta que luego se convertiría en el predio de atracción que es hoy. Si bien originalmente había instalado una ladrillería de su propiedad, luego decidió iniciar un proyecto para la comunidad. Entendía que se necesitaba crear entornos de recreación en la zona y parajes que brindaran seguridad y comodidad a las familias. Bajo esta línea, trajo especies arbóreas que adornaron el paisaje y sobre las cuales hasta el día de hoy se puede reposar.
Luego, en septiembre de 1981 se firmó la escritura que pasó el dominio a favor de la Municipalidad de Paraná. El acto estuvo presidido por el titular de la comuna de aquel entonces, Carlos F. Quintero. Los objetivos eran destinar el terreno para paseo público, considerando que estaba situado en una zona urbanizada y que sumaba oxigenación. Finalmente, el 3 de febrero de 1983 se inauguró el parque con el nombre de su fundador, denominación que aún conserva.
Parrilleros destruidos, desechos esparcidos, edificios abandonados y pastizales crecidos. Esta fue la imagen recurrente que tomó protagonismo durante los últimos años en el lugar. Aunque siempre se rememoraron los momentos en los que se convirtió en escenario de múltiples eventos culturales y deportivos. O de los mates al costado del lago y de los niños en las hamacas. Sin embargo, en los últimos meses se iniciaron tareas de reacondicionamiento y mantenimiento para ubicarlo nuevamente en el centro de los encuentros. Hoy, a sus cien años, los gansos en hilera forman parte del espectáculo mientras el sol cae detrás de la arboleda. Esperemos que vuelva a ser algo permanente.
Fecha de Publicación: 25/08/2020
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