¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónLos sonidos, como los aromas, tienen la cualidad casi mágica de transportarnos a otros tiempos de manera instantánea. Sin que lo esperemos, nos generan un recuerdo express que viene acompañado de sensaciones, historias y lugares.
Para los que crecimos en un barrio, el repertorio de sonidos que nos vehiculizan a otras épocas es bastante amplio. Uno muy claro, por ejemplo, es el del afilador de cuchillos y su silbato tan característico. Sin embargo, es bastante complicado asociar memorias entrañables de la niñez con un cuchillo. En cambio, el panorama es otro cuando el sonido tiene que ver con un camión lleno de pochoclos y algodones de azúcar.
Pocos instantes eran tan emocionantes como cuando escuchábamos que el pochoclero se acercaba a nuestra casa, porque había que actuar rápido: el camión no iba a estar estacionado en nuestra cuadra para siempre. “Dale, dale, comprame, comprame”, y un padre o madre sin ganas de crear conflictos innecesarios nos alcanzaba el dinero para que corriéramos a comprar.
Por algún motivo, yo casi siempre optaba por la manzana con pochoclo. Si lo pienso hoy, no entiendo bien por qué: era pegajosa, difícil de comer y, una vez que se terminaba con la parte exterior, era solo una manzana más. Pero el hecho de tenerla en mis manos era todo un triunfo: misión cumplida.
Fecha de Publicación: 18/04/2018
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