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El antiguo Mercado Central de Santa Fe

Si bien hoy cuenta con muchos espacios para el abastecimiento, Santa Fe nunca volvió a tener un lugar como el Mercado Central, demolido en 1980.

La añoranza por el Mercado Central –más allá de las consideraciones que se le pueda hacer a su instalación a mediados del siglo XIX, en pleno centro (condiciones de higiene en las veredas que los circunvalaban y falta de lugar de estacionamiento, lo que actualmente sería caótico)– es ampliamente justificada. El Mercado proveía de productos frescos y de excelente calidad a una gran clientela que encontraba, en el recorrido de sus compras, un lugar para el intercambio social y la charla ocasional, siempre enriquecedora y portadora de noticias relacionadas con el quehacer cotidiano y las vicisitudes domésticas.

Este edificio de construcción sólida y con detalles estéticos ocupaba un predio importante de casi una manzana. Entre las calles Salta, Mendoza, San Gerónimo y la Cortada Bustamante (por esta circulaban los proveedores que llevaban la mercadería a los puestos). La oferta era sumamente variada y abarcaba todos los rubros de la alimentación. Carnes de distintos tipos, pescados frescos, fiambres que raramente podían encontrarse en otras fiambrerías, verduras y frutas. Los locales emplazados en las veredas circundantes estaban ocupados por panificadoras, fábricas de pastas, rotiserías kioscos de diarios y revistas y hasta una mercería.

En las cuadras que se enfrentaban al mercado, negocios de otros rubros captaban a los clientes que aprovechaban para proveerse de medicamentos o artículos de perfumería en la Farmacia Central. Y para concederse, ocasionalmente, el placer de llevar a su casa las exquisiteces que se vendían en la Confitería La Central (no podía llamarse de otra manera). También una casa de moda masculina y una zapatería ofrecían su mercadería con una amplia gama de precios.

Costumbres argentinas

Es imposible no mencionar el Café sobre calle Salta, siempre colmado por los parroquianos que pasaban el rato jugando a las cartas o al dominó. Al lado de este se alzaba el Hotel La Pequeña Bolsa que, aunque no gozaba de gran prestigio, tenía un restaurante siempre muy concurrido, que reivindicaba el nombre con una carta acotada, pero de buena calidad.

En 1980, y a partir de grandes cambios que se dieron en la sociedad de consumo, la Municipalidad pensó que era oportuno el cierre del mercado y procedió a su demolición.  Después de un tiempo, en el predio se construyó una “plaza seca”, luego denominada Plaza del Soldado, en homenaje a los combatientes y excombatientes de la guerra por las Islas Malvinas.

El advenimiento de los grandes supermercados cubrió la necesidad de abastecerse de varios productos en un solo lugar, pero, sin dudas, en ellos se carece de la oportunidad de establecer vínculos entre los clientes y entre los clientes y los puesteros, lo que configura una pérdida en el fortalecimiento de las relaciones entre vecinos.

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