Salto Ander Egg: entre la propiedad privada y la rebeldía humana

No posee un cartel de ingreso, por lo que su existencia es un secreto transmitido a voces. Sin embargo, ya sea a través del GPS o de las indicaciones de vecinos, los curiosos se la rebuscan para encontrarlo igual. El Salto Ander Egg se sitúa en el departamento de Diamante, Entre Ríos. La única señal de que se ha llegado a destino es una rústica tranquera. Esta da inicio a un camino de campo que se extiende por casi dos kilómetros hasta chocar con su ingreso.

Vamos a dejarnos de tanto misterio y a explicar lo que hay adentro. Se trata de una pequeña hoya y una cascada, rodeadas por una concatenación de piletones de piedra naturales. Los últimos están formados por el cauce del arroyo La Ensenada, como parte de su recorrido que desemboca en el río Paraná. En general, el agua suele ser transparente y, debido a las rocas existentes, es un lugar elegido para estar al sol y refrescarse

Sumado a esto, cuenta con un bosque de diversas especies que se encuentra a unos metros. Este contiene una zona donde van a acampar cientos de jóvenes en busca de aventura. Allí, pueden observarse paredes escritas que dan testimonio de la concurrencia. Asimismo, también funciona una cantina y parrillas para aquellos que van a pasar la jornada. Lo que no está del todo claro es quiénes obtienen los réditos económicos por ello.

Es que el lugar históricamente perteneció a la familia Ander Egg, lo cual lo convierte en propiedad privada. Siempre aclararon que las visitas y paseos no estaban permitidos. Inclusive, fueron innumerables las veces que solicitaron intervención estatal para controlar la situación. Pero dicho pedido por parte de sus dueños no suele ser respetado, ni tampoco impide el asentamiento de familias, amigos o parejas.

Escenario mortal

Para los conocedores, el predio puede resultar muy similar al cauce del río Quequén Salado, al sur de la provincia de Buenos Aires. Excepto que el primero está enmarcado por abundante vegetación y el segundo se asemeja más a un balneario. Cabe destacar que la formación representa un patrimonio natural de riquezas paleontológicas con fósiles de mamíferos de diferentes géneros. Estas pertenecen al Período Cuaternario, que inició hace 2,59 millones de años y llega hasta la actualidad.    

Los saltos de la hoya poseen una altura aproximada de 10 metros. Aunque la profundidad más alta reconocida se encuentra entre los 13 y 14 metros. Por lo que es bastante habitual ver a la gente arrojarse al agua desde las cascadas. Si bien es utilizado como un atractivo turístico de la zona, sus características lo hacen sumamente peligroso. Principalmente al caminar por las piedras y al momento de nadar, debido a su superficie dispar.

A sus alrededores pueden apreciarse homenajes e inclusive una cruz de madera. Esto se debe a que, durante los últimos años, varias personas perdieron la vida ahogadas en intentos de hazañas. Hasta hay quienes aseguran que en la década del 90 cayó un tractor y se hundió en la fluente sin poder ser encontrado. No obstante, ninguno de los aspectos relatados parece asustar a sus visitantes. Por el contrario, da la impresión de que potencia la intriga y el morbo. Un espacio clausurado que con buena administración podría haber tenido otro destino. Tal vez, en un futuro no muy lejano algo cambie.