Nacieron los días que prefiero no verte, Argentina

Por María Cabeza

“Nosotros hemos aceptado que nos dejen sin carreteras,

que se lleven el platino y todo lo que quieran. Pero no podemos aceptar

que nos descuarticen y nos echen a los perros”.

Gabriel García Márquez

Harta: Cansada de que nos tomen por idiotas, ni siquiera sé si útiles o inútiles, pero idiotas al fin.

Veo rojo: Confundimos todo. Libertad con libertinaje, violencia de género con un bello piropo, libertad de expresión con mala educación, límites con represión, malas palabras con palabras mal utilizadas, derechos humanos con la legitimidad a la vida, a la seguridad y dignidad. Policía con botas.

Indignada: Estoy enojada porque veo a gente que tiene poder en situaciones muy low, sí, que lo degradan. Ejemplo: un funcionario que se saca una foto con un niño que tiene una necesidad distinta lo está discriminando, lo aísla además de usarlo. ¿Por qué no vota la ley, por ejemplo, de TGD para que millones de niños tengan acceso a una digna calidad de vida? ¡Y basta de flashes!

Responsabilidad: no somos responsables; no nos hacemos cargo. Lo enmarco en nuestro ser cultural que lo abarca todo: respeto, buenas costumbres, don de gente, honestidad, compasión, registro de un otro.

¡Desmitifiquemos al argentino solidario! Somos individualistas, prejuiciosos, altaneros, egocéntricos y nos falta personalidad. Si no, ¿por qué emulamos siempre a otros países? Imitamos St. Patrick’s, St. Valentine’s, si hasta en Navidad comemos nueces, almendras y pavo y cerdo “al Cueté” ¡que son para zonas frías! Falta el pudding y hay un bingo en la sala. ¿Lo hay?

Queremos ser filipinos, norteamericanos pero también alemanes y por qué no brasileños para reírnos un poco más y no ir por la calle como The Walking Dead.

Amargos. Definitivamente es una parte que negamos pero… Con un esbozo de sonrisa, caminamos con cara de tujes −eso sí, siempre mirando al mundo desde un pedestal− y cuando nos reímos es de los demás. Y guay de aquel que se atreva a tratarnos como nosotros lo hacemos con los que no son tan cool como los argentinos.

Usamos in/out, chill out, sorry, el "´S" a morirrrrrr y mal y quedamos como “losers”. Say no more. Qué grande Charly (García, digo, por las dudas).

Banca y tranca: al igual que ajo y agua. Estudiamos y no tenemos trabajo, tenemos laburo y no llegamos a fin de mes, aumenta la luz pero hay cortes, sube el gas, el peaje, la canasta familiar, el tomate −y no el cherry− ¡el tomate sale 40 pesos! La vaca nos da leche líquida y cara, las calles no dan más de autos y, literalmente, colaboramos con la polución del planeta pero, eso sí, tenemos bici sendas y vamos a las presentaciones diversas de la UN, ONU, OEA, ABCD…Z a hablar sobre el calentamiento global y su impacto en el rainforest (?) y el medio ambiente. ¿O es el medio ambiente al que tuviste que mudarte? A veces creo que no entiendo y soy yo la que confundo las cosas: otras, lo deseo firmemente, digo, la felicidad el ignorante. “Sí, María, fue un mal sueño: Argentina despertó y comenzó a gatear, paso a paso, hacia un Nación seria”.

Harta: (Del lat. fartus, relleno): fastidiada, cansada, aburrida, hastiada.

¡Seamos argentinos! Mostremos nuestra identidad, juguémonos. Copiemos, estoy de acuerdo, pero ADOPTANDO los modelos que se adecúen a nuestra manera de ser.

No van a ver en un aula porteña una ronda de niños que al comienzo de las clases se abracen los unos a los otros diciendo Namasté. Ellos son tailandeses, nosotros argentinos.

Emulemos la cordialidad, no la manera de llegar a ella. Quizá así pueda desearte otra vez, Argentina.