¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónLos cordobeses resistimos y no olvidamos. Recordamos y ejercitamos nuestro deber como argentinos. Los cordobeses hacemos memoria colectiva, en cada espacio que funcionó como centro clandestino de tortura. Existen dos personajes que fueron la pesadilla de muchos durante los tiempos del terror. También lo siguen siendo ahora. Te contamos la historia de una mujer que fue un engranaje clave para el accionar de los militares. Las marcas las llevamos todos, todavía. El pueblo cordobés exige memoria, verdad y justicia. Hoy se realizan investigaciones en la Universidad y hasta reconstrucciones de testimonios que nos ayudan a no olvidar.
Es el caso de la periodista Ana Mariani, que se dedicó a acercarnos más datos sobre una expolicía. En sus investigaciones para la publicación de un libro, realizó varias entrevistas. Con expolicías, militares y detenidos durante el golpe de Estado. Con una perspectiva lo más objetiva posible, Ana Mariani nos cuenta la historia de Córdoba durante los tiempos del terror. Nosotros la escuchamos atentamente, ya que, si hay algo que nos gusta, es saber sobre nuestra historia. Y sí, somos curiosos… y más si se trata de no olvidar. Mariani cuenta a los medios que “los hechos ocurridos en Córdoba fueron terribles incluso mucho antes del golpe de Estado de Videla”, y cuenta en su libro que “Córdoba es el rostro anticipado del país”. Ya que establece que esta provincia funcionó como una especie de laboratorio en diferentes etapas de la historia argentina. En tiempos de dictadura, fue un laboratorio de tortura. Y hubo un personaje clave.
Mirta Graciela Antón, alias “La Cuca”, fue uno de los personajes clave y más temidos por los cordobeses. Era la que ejecutaba todas las operaciones en las sesiones de tortura. En los tiempos del terror, esta policía ejercía la peor violencia imaginada contra los detenidos. “La Cuca” operaba en el Departamento de Informaciones de la Policía de Córdoba, conocido como D2. Y donde hoy funciona la casa de la memoria. La periodista Ana Mariani establece que este personaje “representa lo peor de la dictadura y de los centros clandestinos”.
Los testimonios de desaparecidos y torturados en dictadura la tienen como un monstruo. Cuentan atrocidades, que ni el peor de los humanos podría hacer. Le decían “Cuca” por cucaracha, y después con el tiempo también la apodaron “la torturadora de tacos altos’.
El 25 de agosto de 2016 fue condenada a cadena perpetua por delitos de lesa humanidad. Es la primera mujer en ser sentenciada a cadena perpetua por delitos de lesa humanidad en Latinoamérica. Sin embargo, se declaró absolutamente inocente y dice no haber participado en los procesos de tortura. Las causas por las que fue detenida son varias. Fueron 12 homicidios, 16 privaciones ilegítimas, 21 imposiciones de tormentos, 5 desapariciones forzadas y 6 abusos deshonestos. Niega sistemáticamente todas sus inculpaciones. Hoy tiene más de 60 años y cumple su condena en el penal de Bouwer, en Córdoba.
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