Rogelio Antonio Ríos es un carpintero misionero que, en noviembre, recibió un llamado que lo perturbó por completo. Era su exmujer avisándole que la tumba de Sergio, el bebé que tuvieron en común, no estaba más. Lo único que había en el lugar era un pozo. Por lo que el hombre se dirigió hacia el cementerio y comprobó el hecho con sus propios ojos. El cadáver de su hijo, sepultado hace diecisiete años, había sido robado o profanado del lugar. Ni siquiera contaba con el ataúd, sino que sólo se contemplaba un pozo. Las respuestas por parte de la institución dejaron mucho que desear y rondaron entre varias excusas.
Según le contó el trabajador al diario Primera Edición, lo primero que le dijeron fue que se había confundido de parcela. Los encargados afirmaron que ellos no habían tocado la tumba de su bebé y, que en realidad, era la de al lado. Pero era imposible que se haya equivocado, dado que desde el 2003 iba a ponerle una vela y a rezarle al niño. Entonces, Rogelio les cuestionó cómo podría ser un error, si él había preparado junto a la madre el espacio. Así que insistió determinar lo ocurrido y exigió una solución al respecto. Cuando el personal del cementerio fue a excavar el solar que creían corrector, descubrieron que tampoco había nada. Ni restos, ni ropa, mucho menos féretro.
Sin consuelo
El papá de Sergio aclaró que no mantenía ninguna deuda con la institución. Asimismo, declaró que los cuerpos no pueden exhumarse por falta de pago. En este sentido, el carpintero señaló que lo único que quedaba claro es que hicieron un hueco nuevo para tirar a su hijo. Y que el objetivo habría sido tener su lugar para enterrar otro cadáver. Desde el profundo dolor, aseveró que el cementerio desechó a su ser querido en algún lugar desconocido. Asimismo, se mostró desconcertado de no saber a dónde ir a rezarle o llorarlo en paz. Mientras que las autoridades nunca reconocieron la falla, asumieron la responsabilidad o le pidieron disculpas.
Como las respuestas nunca llegaron, Rogelio se vio en la obligación de denunciar el hecho en la Comisaría 2ª de Posadas. Un día después se comenzó con la recolección de pruebas y evidencias para realizar los peritajes. Para ello, se solicitaron varias medidas con el fin de avanzar en la investigación. Alguna de ellas fueron informes sobre la degradación de los cadáveres, cofres, ataúdes, ropa y otros elementos enterrados. Además, exigieron la remoción del árbol ubicado al lado de la tumba. La finalidad era verificar si existía algún rastro del bebé en las raíces.
Sin embargo, el misionero desconfió del accionar de la justicia y anheló que el procedimiento no se tratase de un show montado. Es que en el pasado escuchó casos de otras familias que pasaron por lo mismo. Cabe destacar, que las sospechas por la desaparición de los restos se centraron en el sector administrativo del cementerio. Aun así, nada pudo quitarle el pesar a Rogelio, quien sostuvo que no era una cuestión para tomarse con liviandad. Además, relató que el hecho ocurrió en septiembre y nunca nadie se lo notificó. Entre la desesperación y la angustia, todo lo que los padres de Sergio buscaron fue justicia.
Argentina, más específicamente de tierras litoraleñas. Nací en Entre Ríos y soy Comunicadora Social. Me especializo en la redacción en todas sus formas e intento crear imágenes mentales a través de las palabras. Melómana y apasionada de la semiótica por las miradas que nos aportan del mundo. La curiosidad siempre me mantiene en movimiento.