Este torturador tiene una historia peculiar, se llama Hugo Larrosa y empezó “de abajo” por así decirlo. A principios de los 80, inició su carrera comercial vendiendo huevos y aceite en las calles de Buenos Aires. En el 2000 llegó a Santiago de Chile y puso una fábrica de alimentos. Le fue tan bien en el negocio que puso sucursales en Uruguay y Ecuador también. Bajo el nombre de “Alimentos Don Hugo” se radicó en Chile desde donde manejaba su emporio. Hasta acá parece la historia de un pujante empresario, pero no, no nos olvidemos que es la historia de un torturador.
Hasta hoy, Hugo Larrosa se ufanaba de haber pertenecido a la Policía Federal Argentina. Para asustar aún más a los empleados de su fábrica, a los que torturó desde 2012 hasta 2016, por lo menos. Cuando uno de sus empleados lo denunció y harto de las vejaciones sufridas entregó a un medio televisivo videos con las pruebas. Si bien su identidad permanece reservada mediante un nombre ficticio y el blurdeado de su cara en las cintas, lo que se ve allí no deja dudas de que “Don Hugo”, cómo se hacía llamar por sus empleados, era un tipo detestable. Detrás del testimonio de Jose (el nombre ficticio que pusieron al testigo protegido) aparecieron otros que contaron diversos episodios que habían vivido con el dueño. Hoy Larrosa está prófugo de la Justicia chilena. Los fiscales dicen que no abandonó el país pero no saben dónde está, cómo les gusta decir a ellos está con “paradero desconocido”. Un insulto para las víctimas.
La noticia me dejó en shock. Estamos en pleno siglo XXI, donde la teoría empresarial y el liderazgo tienden a poner todo el énfasis en el bienestar del empleado.Un momento en el que los trabajadores ya saben que tienen derechos que son inquebrantables y nadie debería dejar de respetar. Más allás de eso, puedo entender el miedo de los empleados, a denunciar, a perder el trabajo. Puedo entender hasta el síndrome de Estocolmo, pero ¿un torturador? No puedo razonar como no hubo un solo ejecutivo que denunciara lo que estaba pasando apenas sucedía. Cómo nadie intervino hasta que fue demasiado tarde.
No me detendré a detallar lo que se veía en los videos porque es darle entidad a este monstruo. Solo diré que no dejaba maldad por cometer: maltratos, gritos,insultos, violencia física y abusos. Lo peor de todo, lo que terminó por hundirlo, es que era él mismo el que pedía que se filmaran los maltratos a los que sometía a sus empleados. Eso sí, muchos de los que declararon dijeron (cito textual porque no puedo creerlo) que “Don hugo compensaba super bien” los maltratos, entregando generosos premios en dinero para callar a los empleados.
Sigo sin entender cómo se puede ser tan inferior, tan poco hombre, de no tener el orgullo de dirigir gente sin violencia. Como se puede pensar que por ser el dueño de una empresa se puede tratar a los empleados como uno quiera y someterlos a abusos constantes. Vos me dirás ¿Y los valores?. Sí. Si alguna vez tuvo valores, claramente, los perdió. Un tipo que recurre a algo así, cree que está bien. Lo tiene incorporado. Seguro, justificando sus actos en errores de las víctimas.
Entonces, viéndolo desde alguien que cree que torturar es correcto, que imagino tendrá su propio machismo y brutalidad exaltadas, no entiendo cómo es que su orgullo le permite doblegar a otro por la fuerza y el miedo desde el poder, siendo que eso atenta contra su masculinidad.
Un psicólogo por acá, por favor. Una cosa más, ojalá le den 2000 años de cárcel en Chile.
Su larga y exitosa trayectoria como creativo publicitario le dio un conocimiento muy profundo acerca de las conductas y motivaciones de la gente, base de su tarea como Secretario de Redacción de Ser Argentino.