El no es no. Pero el sí, ¿es sí?

Por Inés Susana Fragassi

En estos días se viralizó la frase “El no es no” en relación a los abusos sexuales. Frase que pese a ser una verdad de perogrullo merece ser difundida para que se grabe en el colectivo social. Y que nunca más ocurran estas aberraciones que afectan principalmente a las mujeres. Pero que también sufren menores de cualquier género y mayores en todas aquellas relaciones asimétricas por alguna circunstancia como por ejemplo la jerarquía.

Dicho esto, parece importante ponernos en cuestión respecto a que el sí ¿es siempre sí? Esta pregunta no es simplemente retórica, sino que está sostenida en observaciones en muchos de los abusos sexuales infantiles (en especial intrafamiliares). Entendiendo por tales a los realizados por padres, tíos, abuelos, padrinos, hermanos, primos, maestros, vecinos, amigos de la familia. En la que muchas veces la concreción de estas prácticas descarriadas cuentan con la anuencia engañosa de los menores. Los que seducidos por el afecto o por ser víctimas de amenaza, terminan aceptando (diciendo sí).

Estas circunstancias favorecen a sostener “el secreto”, porque revelarlo implicaría una especie de “confesión”. Dicho esto, creo necesario que tengamos en claro que, ante las relaciones asimétricas, en especial entre niños y adultos, no es importante si dice no o si dice sí. Lo fundamental es que tengamos claro que un niño es un niño y un adulto es un adulto, y que por lo tanto la responsabilidad siempre es del adulto, ya que no hay posibilidad de paridad sexual. Toda relación en ese orden es una aberración, y siempre debe ser denunciada, juzgada y condenada.