¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónEl otro día leí un texto de Leila Guerriero (una cronista y escritora argentina excelente, de las mejores plumas en actividad) y me dejó pensando. Ya escribí sobre el caso del desempleado entrerriano que dijo haber encontrado una valija con 500 mil dólares y la devolvió sin aceptar ninguna recompensa, solo pidiendo a cambio un trabajo en blanco para que su familia pueda acceder a una obra social. La cuestión (lo repito por si les da fiaca leer el texto del que les dejo el link aqui mismo) es que al poco tiempo se supo que la historia era falsa y que no hubo valija ni dólares ni nada: el tipo lo hizo porque estaba desesperado por encontrar un laburo.
Lo que quiero analizar ahora, que es lo que analiza Guerriero, es que en un día la noticia explotó y estuvo en todos los portales digitales, en versiones en papel, hasta en móviles de televisión y noticieros del prime time. Claro, la noticia vende, es “un argentino como los que ya no hay”, un “ejemplo para la juventud”, una “demostración de que al país se lo saca adelante trabajando duro y no pidiendo nada”. Pero cuando se cayó toda la versión, los mismos periodistas volvieron a buscar al desempleado para que explicara por qué “había tomado a la gente por estúpida”. Ninguna pregunta de ningún periodista tuvo que ver con las condiciones de vida que lo empujaron a hacer eso, ni con el nivel de desesperación necesario para soportar el estrés de mentir por TV en el horario más visto.
El desempleado pidió disculpas llorando. No le sirvió de mucho porque así como un día era noticia por ser un héroe, al otro día lo era por mentiroso. Fue tal la condena social que cayó sobre él por este episodio que se tuvo que mudar de pueblo. En Nogoyá no le daban changas y no conseguía trabajo. Tuvo que cambiar a sus hijas de colegio porque las molestaban todo el tiempo con que su padre era un mentiroso. No importaba cuanto se esforzara el pobre hombre en explicar que lo había hecho por desesperación, el daño ya estaba hecho.
¿No tendrían que pedir disculpas los periodistas? Veamos: difundieron una información sin ningún chequeo previo, sin dudar del único testimonio (que además era el del beneficiado), sin buscar otra fuente, es decir, sin trabajar. ¿No debería un periodista, acaso, separar el pescado podrido del salmón y servirnos a los lectores solo lo que está en buen estado? ¿No se chequean más los datos? ¿Cómo hago para creerles cosas más importantes y más complejas si algo a priori irrelevante como esto, tan fácil de confirmar, me lo venden como bueno?
Me pregunto todo esto porque los diversos portales y diarios impresos que contaron la historia del changarín se dejaron ganar por la pereza. No hay una foto, ni un video del supuesto empresario dueño del maletín. ¿A ningún periodista le pareció raro? ¿A ninguno le ganaron las ganas de ir tras la próxima noticia y tener el testimonio del afortunado?¿Ninguno levantó el teléfono para hablar con alguna fiscalía o con la policía que tomó, supuestamente, este caso? Todo esto me da la pauta de que cualquier ciudadano de a pie puede inventar una historia y contarla para que los medios la levanten y la reproduzcan hasta el hartazgo. Eso sí, cuando se descubra la verdad tenga cuidado ciudadano porque los “periodistas” nunca hacen mea culpa de lo que no chequean y usted puede pasar a ser un villano de la noche a la mañana.
El hombre necesita trabajar. Nosotros, héroes y ejemplos.Los periodistas, sacarse las notas de encima. No sé quién está peor.
Fecha de Publicación: 10/04/2019
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