La historia de amor comienza en el momento exacto en el que Rita Warcalde y José del Viso contraen matrimonio. Esa misma noche el caballero le promete amor eterno a su amada. “Eterno” quiere decir “para siempre”, y su esposa le creyó ciegamente. Poco tiempo después, se sabe que esta ha quedado embarazada, y tendrá una niña. Apenas segundos después de haber logrado dar a luz a su hija, la madre muere.
Como respuesta a la inconmensurable tragedia, José del Viso, hundido en su dolor, decide comprarle un mausoleo a su esposa. Una piedra para honrarla como ella se merece, ya que la vida la ha arrebatado demasiado pronto. Decide dejarla descansar para toda la eternidad en un lugar icónico de la ciudad: el cementerio de San Jerónimo. Todos sabemos que es ahí donde descansan las personalidades más famosas de la historia cordobesa. Y también, es donde reina el misterio. Se trata del sitio en el que los milagros suceden.
Al poco tiempo de comprar el mausoleo, el viudo viaja a la ciudad italiana de Génova con su hija para conseguir decoración exclusiva, presumiblemente, con la idea de emplear parte en el mausoleo de la madre fallecida. Pero la tragedia, el drama y el desencanto resultan ser una constante en la vida del desdichado José del Viso. En el regreso del viaje que realizaron él y su hija, la bebé fallece. Semejante situación lo deja solo y con el deber, nada más y nada menos, de enterrar a las dos mujeres más importantes de su vida juntas.
La tumba de su esposa fallecida se convertiría en el hoy famoso “mausoleo del ángel de mármol”. Quienes la han visto, cuentan que posee esculturas importadas y una belleza arquitectónica sobresaliente, distinguible de todo el resto de los mausoleos del cementerio.
¿Hasta que la muerte los separe?
Todo el frente del mausoleo se encontraba coronado por una gran placa de mármol. En esta, se podía leer inscripta una penosa leyenda, una dedicatoria corta pero honesta: “Tu dolorido esposo”, en letras negras. Con el paso del tiempo, José del Viso logró recuperarse del duelo doble que le tocó vivir. Logró enamorarse de nuevo y dejar su terrible pasado atrás, en la medida de lo posible. Comienza para él una nueva historia de amor. Esta vez, el nombre de su amada es María Teresa Torres Cabrera. No demasiado tiempo pasa antes de que contraiga matrimonio con esta. Sin embargo, la desgracia no se tarda en aparecer. La misma noche de la boda, cae un rayo en el cementerio de San Jerónimo. ¿En donde estalla? Pues justo en la placa que el viudo le había dedicado a su mujer fallecida.
Se parte al medio la leyenda. Desde ese entonces, solo se puede leer: “Tu dolor - ido esposo”. Se modifica así el mensaje que quedaría inscrito sobre el mausoleo. Consciente de ello, José decide partir igualmente de luna de miel, y disfrutar su tiempo con su nueva esposa. Al volver del extenso viaje, José del Viso cambia la placa por una nueva, con la esperanza de que se mantenga. Pero volvió a quebrarse consecutivamente, en el mismo lugar, dejando de nuevo al dolor afuera de la inscripción.
Esta historia de amor deviene en mensaje de ultratumba. Separar al “dolor” del “esposo” en la placa parece ser el símbolo perfecto para expresar la ira de la primera esposa, Rita, al ver que su marido ha rehecho su vida completamente y abandonado el sueño que tenían juntos. Ha roto su promesa de amor eterno. Más tarde, tal vez como una forma de precaución, José del Viso decide trasladar a Rita Warcalde a otro panteón. ¿La razón? ha fallecido su segunda esposa, y sabe que es mejor no dejarlas cerca.
¿Huele a traición?
Argentina, nacida en Córdoba. Investigadora en el área de lingüística. En formación constante sobre las Letras y sobre la vida, gracias a la Universidad Nacional de Córdoba. Mis experiencias en viajes me llevaron a aprender cada vez más idiomas y querer conocer diversas culturas desde adentro. Pienso en la escritura como una herramienta para transformar el mundo y volverlo un espacio justo y equilibrado.