¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Miércoles 31 De Mayo
Mis abuelos vivían en Villa Martelli, en el conurbano bonaerense. Cuando era chica e íbamos a su casa, la referencia que yo tenía para saber que ya estábamos cerca era una enorme: el gasómetro ubicado en las avenidas General Paz y De los Constituyentes, en la localidad de Villa Maipú (partido de San Martín).
Cuando les preguntaba a mis papás qué era eso, para qué servía, si funcionaba, nunca sabían explicarme bien. Porque la realidad es que la mayoría de nosotros no sabemos bien por qué esa enorme estructura sigue allí en pie si no es usada para distribuir gas. Simplemente nos acostumbramos a verla. El gasómetro ya es un ícono de la ciudad (de hecho, fue declarado Bien de Interés Histórico nacional en el año 2009). Alrededor de él, sin embargo, flotan varios mitos.
El primero de ellos es más bien alarmista: hay quienes juran que el gasómetro puede explotar en cualquier momento. Otros, menos extremistas, simplemente aseguran que aún tiene gas dentro. Algunos afirman que tiene agua. Están también los que creen que está lleno de oficinas. Se supone, también, que desde su techo se puede divisar Uruguay. Los históricos dicen que en la época de Perón fue bombardeado. Y, por supuesto, también hay historias de fantasmas, ruidos y apariciones. Pero ¿qué hay de cierto en todos estos mitos? ¿Por qué sigue en pie si no se utiliza?
Vamos a los hechos. El gasómetro mide 85 metros de alto, desde la base hasta la antena que está en su techo (algo así como un edificio de 25 pisos), y tiene 54 metros de diámetro. Para subir a la parte más alta, hay que atravesar 350 escalones. Pero vale la pena: la vista panorámica de la Ciudad de Buenos Aires, por un lado, y de la provincia, por el otro, es imperdible.
Fue construido entre 1948 y 1951 por la empresa alemana MAN. Todos sus componentes fueron traídos en barco desde Europa: 2256 paños de chapa que venían con los agujeros ya hechos para que, al llegar, pudieran ser remachados, sin soldaduras. La función para la cual fue construido fue, por supuesto, la provisión de gas.
Antes de que existiera el gas natural, se utilizaba el denominado gas de hulla o gas de coque. Se trata de un gas manufacturado que se extraía del carbón en plantas. En este caso, el gas llegaba por tuberías desde una planta ubicada en Parque Patricios al gasómetro de San Martín, desde donde se distribuía a los domicilios particulares.
Hasta allí, todo normal. Lo curioso de esta historia es que toda esa infraestructura fue montada para, finalmente, ser utilizada durante solo unos pocos años. A mediados de la década del 50, el gasómetro quedó obsoleto debido a la llegada del gas natural a la ciudad. Entonces, ¿por qué sigue en pie? ¿Por qué no fue desguazado como otros? Sucede que, en el año 1972, la ex-Gas del Estado debió parar con los desguaces debido a un accidente que sufrió un empleado de la empresa. Fue así como el gasómetro permaneció allí, como testigo de las épocas y de los acontecimientos de una ciudad que lo mira todos los días y se pregunta ¿qué pasa allí dentro?
La mayoría de los mitos, para desilusión de los conspiradores, no son ciertos. El gasómetro no puede explotar, porque está desactivado desde el año 1954. Tampoco quedó gas dentro de él y mucho menos lo llenaron con agua. No está “lleno de oficinas”, aunque sí hay algunas, y también se utiliza como depósito de autos de la empresa Gas Natural Fenosa (hoy Naturgy). Más allá de eso, está completamente vacío.
Sin embargo, algunas de las leyendas son ciertas. Quienes tuvieron la suerte de subir dicen que sí, que –si el día está despejado– es posible divisar la costa uruguaya. También es cierto que fue bombardeado en el año 55, pero no sufrió mayores daños.
Y lo de los fantasmas… es algo que algunos aseguran que es cierto. Yo prefiero seguir pensando que está vacío y no imaginarme un tanque lleno de espíritus cada vez que paso por ahí. ¿No les parece?
Fecha de Publicación: 20/10/2021
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