A pesar de tener grandes alas, el nandú se ve imposibilitado de volar, pero su cuerpo puede correr velozmente por la árida meseta patagónica. ¿Y por qué no vuela si es un ave?
La historia se remonta mucho tiempo atrás, cuando Elal, la divinidad tehuelche que se salvó de ser masacrada por su padre, el gigante Nóshtex, fue trasladada por el cisne de cuello largo hacia la cima del Chaltén.
Junto con el cisne, el resto de los animales cruzó el océano hacia la nueva tierra que había sido forjada anteriormente por Kóoch, el creador. Sin embargo, la leyenda cuenta que no era esa ave quien llevaría originalmente a Elal del otro lado del mar, sino que iba a ser el ñandú.
Patenk, el zorro, fue el encargado de dar aviso a todos los animales de la maniobra para escapar del gigante, que quería asesinar al hijo que engendró tras raptar a la nube Teo porque Kóoch había prometido que sería el doble de poderoso que Nóshtex.
Mexeush, el ñandú, que podía volar, fue avisado por el zorro y decidió emprender rápidamente camino hacia el lugar donde se encontraba Elal, pero algo lo detuvo y cambió su decisión. Es que, cuando estaba por comenzar su vuelo hacia la nueva tierra, visualizó al gigante Goyse, hermano de Nóshtex, que ayudaba al malvado a encontrar a Elal para asesinarlo.
El gigante estaba en la cima de un monte que Mexeush debía atravesar en su viaje, por lo que decidió tomar un camino alternativo. Esa decisión terminó cambiando su futuro. Asustado por la presencia de Goyse, el ñandú descendió hacia la superficie y comenzó a correr en dirección opuesta, agachándose entre los pastizales para no ser visto.
Obviamente tardó más en llegar en busca de Elal para emprender el viaje a la nueva tierra junto a la divinidad y al resto de los animales.
La historia cuenta que Elal condenó a Mexeush a no poder volver a volar, ya que no había utilizado sus alas cuando era necesario.
Y así fue como el ñandú, a pesar de tener dos alas grandes y fuertes, no pudo volver a desplegarlas por los aires, y tuvo que conformarse con poder correr velozmente por la tierra, agitandándolas inúltilmente, ya que su posibilidad de andar por los cielos le fue quitada por un enojado Elal, por llegar tarde a su misión, que terminó siendo encomendada al cisne negro.
Sin embargo, también hay otra versión de la misma leyenda es un poco más benévola con Mexeush.
Si bien el ñandú sí llegó tarde a la cita para poder trasladar a Elal a la Patagonia, su capacidad para volar no le fue arrebatada por la deidad tehuelche.
En ese otro relato, solo el cisne cruzó el mar para llevar a Elal a la tierra nueva, donde luego crearía a los hombres y les confiaría el arte de la supervivencia. Fue así que el resto de los animales se quedó e invadido por la tristeza y también por el miedo vigente de ser atrapado por el gigante, el ñandú achicó sus alas y no pudo volver a volar.
Sea el miedo, la angustia o la ira de Elal por su demora, lo que no cambia es que hoy continuamos viendo al ñandú, nervioso y arisco, corriendo a gran velocidad por la meseta patagónica, rápido como el viento e inalcanzable con sus patas largas que avanzan a grandes pasos -porque llega tarde- mientras agacha el cuello -como escondiéndose del gigante-. Pareciera que va con la misma urgencia que hace cientos de años, pero sigue corriendo sin saber que un cisne negro lo reemplazó y llevó al niño hacia el Chaltén.
Licenciado en Comunicación Social. Nacido y criado en Chubut, actualmente alejado del pago. Siempre que puedo, hablo de la Patagonia. Tengo buena memoria –para cosas bastante intrascendentes, pero buena memoria en fin–. Le meto ganas a lo que hago, porque sin pasión no vale la pena.