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Leyendas argentinas: la Difunta Correa, una devoción sanjuanina

Deolinda Correa es la protagonista de una de las leyendas más narradas de nuestro país. Con el pasar del tiempo, ha logrado reunir a una multitud de devotos del pueblo argentino, e incluso de otros países.

Una de las leyendas que se ha convertido como una de las mayores devociones de fe pagana de nuestro país es la leyenda de la Difunta Correa. Su muerte ocurrió en la década de 1840, y su historia narrada en la provincia de San Juan se replicó por años en todo el territorio argentino. De hecho, en países como Chile, Paraguay, Uruguay, Perú e incluso Canadá, devotos de la mujer llamada Deolinda Correa visitan su tumba todos los años para agradecer los milagros cumplidos, como así también favores de todo tipo, por ejemplo, pedidos para sanar de alguna enfermedad a familiares o amigos

Leyenda 

Deolinda Correa era esposa de Clemente Bustos, un hombre que vivía en Angaco, San Juan. Cuando fue reclutado por los grupos montoneros para que participe de las guerras civiles, fue llevado a la fuerza, ya que él no se encontraba en condiciones de buena salud. Se lo llevaron a La Rioja y su mujer no pudo hacer nada para impedirlo a pesar de rogarles a este grupo de que no se lo llevara. Entonces, ella intentó ir tras él con su bebé recién nacido. 

Al emprender viaje, salió con escasas provisiones como poca agua y comida y, en el transcurso del desierto sanjuanino, falleció de agotamiento. Al día siguiente fue hallada por unos arrieros, quienes comprobaron que el niño seguía vivo. El pequeño logró sobrevivir porque amamantaba la leche de su madre a pesar de que ella ya estaba sin vida. Este grupo de personas le dieron sepultura y se llevaron al bebé.

Milagros 

Más tarde, cuenta la leyenda que un arriero chileno llamado Zeballos, en un viaje de regreso a su país, pasó por la tumba de la mujer, y vio que su arreo estaba siendo perjudicado por una violenta tormenta. Desesperado por las pérdidas de su campo, se inclinó ante la tumba y prometió que, si recuperaba su ganado, construiría una capilla en su honor. Días después, ocurrió el milagro y Zeballos encontró a su ganado pastando apaciblemente, ya que cerca de una quebrada los animales se habían refugiado de la tormenta

El arriero cumplió su promesa y realizó un santuario, y el milagro fue narrado por los lugareños dispersándose por toda la provincia. La construcción de piedra está ubicada en la Ruta Nacional 141, cerca de la localidad de Vallecito, departamento Caucete, en la provincia de San Juan. Sus paredes, cubiertas de placas donde devotos de la Difunta Correa, dejan sus agradecimientos por los milagros concedidos copan toda la estructura del oratorio construido. 

Desde esa devoción surgió una de las leyendas argentinas más narradas en nuestro país, donde tiene de protagonista a Deolinda Correa, su esposo Clemente Bustos, oriundo de Angaco, San Juan y los arrieros de la zona que encontraron sin vida a la mujer por ir detrás de su marido que fue reclutado para las guerras civiles de aquellos años. 

La historia tuvo tanta repercusión en Argentina que cada año devotos de distintas provincias de nuestro país se acercan al santuario a agradecer y pedir por milagros, donde sostienen que siempre son concedidos. Asimismo, muchos camioneros detienen su paso, rezan y agradecen. Otros, con poco tiempo, al pasar por la capilla, deciden persignarse y pedir mentalmente que la Difunta Correa los acompañe en el transcurso de su camino por la ruta, cuidando de ellos ante posibles accidentes. 

Deolinda Correa murió durante el siglo XIX, y su leyenda logró convertirse en una de las mayores devociones de fe de nuestro pueblo argentino. 

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