Donde hay amor, uno compra. Y cuando hay desamor o sufrimiento, también. Somos un eslabón lejano de la familia de Shakespeare que aún encuentra poesía en Romeo y Julieta. Aunque podemos sumar a la cultura hollywoodense si no pretendemos irnos tan lejos. En este sentido, la localidad correntina de Mercedes puede hacer una producción cinematográfica sobre una piedra y lo que genera en las parejas. Se trata Itá Pucú, un monumento natural ubicado a 40 kilómetros del pueblo y sobre un arroyo que tiene el mismo nombre. Sin embargo, su belleza y contextura no son los principales motivos que atraen las visitas. Por el contrario, lo es una antigua historia que abarca a dos jóvenes.
¿Qué nos cuenta?
Todo comienza con una chica llamada Mirí, quien estaba locamente enamorada de Itá. Se dice que cada atardecer, luego de terminar sus tareas (muy responsable), este último se dirigía hasta el cañaveral cerca del lago. Lo hacía porque ahí estaba instalada la choza de Mirí. Ella, por su lado, estaba siempre firme esperándolo. Muchas veces lo hacía con tristeza a causa de un dolor que callaba. Pero él nunca se interesó en saber los motivos.
Hasta que llegó un día en que el chico desapareció abruptamente sin dar ningún tipo de explicación. Mientras tanto, ella seguía aguardando por él… esta vez en vano. No obstante, creyó que algo grave podría haberle sucedido y salió en su búsqueda. De esta manera, fue a la casa de este, a la tribu que habitaba e inclusive a otras regiones. Cero respuestas. Con desesperación regresó y, cuando creía que no volvería a verlo, finalmente lo encontró. Itá estuvo todo el tiempo en el mismo lugar, pero ahora lo hacía con otra mujer.
Mirí se acercó y lo llamó, pero no recibió contestación. Entonces, la joven le puso una mano sobre el hombro y él le dio una mirada tan fría que la devastó. En aquel instante, la chica dijo en voz alta su nombre y este se convirtió en una piedra fría y dura. Se dice que fue el milagro de Mirí. De su ternura y su sufrimiento. A partir de allí, Itá se mantuvo firme y alto en el lugar. Y se le añade la palabra Pucú, que en guaraní significa erguido, duro o frío. Hoy se lo ve rodeado de peñascos más bajos que recuerdan el corazón de la muchacha.
Mucha leyenda dando vuelta
Gran cantidad de enamorados llegan hasta el lugar y dejan un guijarro en lo alto del monumento. Lo hacen como una forma de amor y entrega mutua. Asimismo, el ritual involucra un pedido de eterna felicidad. De hecho, hace pocos años una pareja contrajo matrimonio junto a Itá Pucú y la noticia se volvió viral. Es que se trató del primer casamiento realizado en el paraje natural. Seguramente muchos más querrán continuar con la idea. Es que todos necesitamos aferrarnos a algo en lo cual creer y los amantes correntinos no son la excepción. De todas formas, lo importante a mencionar acá es que, aparentemente, el fenómeno del ghosting viene de siglos atrás. Basta con verla a la pobre Mirí.
Argentina, más específicamente de tierras litoraleñas. Nací en Entre Ríos y soy Comunicadora Social. Me especializo en la redacción en todas sus formas e intento crear imágenes mentales a través de las palabras. Melómana y apasionada de la semiótica por las miradas que nos aportan del mundo. La curiosidad siempre me mantiene en movimiento.