¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Miércoles 01 De Febrero
El cerro Aconcagua es la cumbre de América. Su altura, desde el nivel del mar, es de 6969 metros. Por eso, temporada tras temporada, es visitado por miles de andinistas que buscan desafiar las tempestades, tormentas y falta de oxígeno que supone llegar a esas alturas. Y, desde hace décadas, muchos de esos andinistas regresan a la base asegurando haber visto a un hombre vestido con ropa antigua, que ayuda y guía a las personas que están desorientadas. En ese momento, los pobladores de las villas aledañas cuentan la historia de Juan Stepanek, evidentemente, un fantasma piola.
En el pequeño pueblo de alta montaña llamado Puente del Inca se ubica el cementerio de los andinistas. Como su nombre lo indica, allí yacen los restos de las personas que intentaron subir el Aconcagua (u otros cerros), pero murieron en el camino. Incluso, también hay botas, estacas y vestimenta de aquellas personas cuyos cuerpos no pudieron ser rescatados, pero se los recuerda con sus pertenencias.
Uno de los cuerpos sin vida enterrados en el cementerio es el de Juan Stepanek. Un austríaco, radicado en Rosario, que en 1926 llegó a Mendoza para cumplir el sueño de hacer cumbre en el Aconcagua. Sin embargo, en medio de la escalada, un temporal los mantuvo a Juan y a su acompañante varados durante seis días en medio de la tempestad. Cuando este pasó, su amigo decidió bajar, sin haber llegado a la cima. Pero Stepanek decidió continuar y cumplir su objetivo. Nunca más se supo nada de él.
Veinte años más tarde, finalmente, su cuerpo fue encontrado a 6500 metros de altura, faltando menos de 500 metros para la cima. Los rescatistas decidieron bajar sus restos al cementerio. Sin embargo, su alma decidió quedarse en la montaña.
Sin embargo, lejos de elegir quedarse para asustar, matar o desaparecer a los andinistas, el fantasma de Stepanek no hace más que ayudar a las personas que ascienden, pero se desorientan en el trayecto. Muchos montañistas, luego de subir y hacer cumbre, aseguran que, en un momento, se perdieron, pero que apareció un hombre, con vestimenta antigua, que comenzó a caminar por delante de ellos y los volvió a encausar en el camino correcto, desapareciendo instantáneamente. Definitivamente, Stepanek es un fantasma piola, de esos que ayudan, que –en lugar de “descansar en paz”– decidió quedarse y seguir siendo útil, más allá de la vida.
Como imaginarán, la leyenda del fantasma piola, que ayuda y guía a los andinistas desorientados, no incluye conversación entre la entidad y los escaladores. Ni siquiera hay quien haya declaro ver de cerca al fantasma. Entonces la pregunta cae de maduro ¿Por qué aseguran que se trata del austríaco y no de otro de los que, lamentablemente, dejaron su último aliento en el Aconcagua? La cosa es así: cuando se cuenta la historia del cerro y sus desafiantes escaladores, hay que decir que hubo uno que fue la primera víctima del cerro. Se imaginarán de quién se trata. Exacto. Stepanek fue además un pionero y aventurero. Antes de emprender el ascenso al Aconcagua, fue el primero en hacer cumbre en el cerro El Plata en la década del 20. Un cerro del Cordón del Plata inmortaliza su nombre. El primer ascenso al cerro El Plata se produjo el 21 de enero de 1925 y lo protagonizó el andinista.
26 de enero de 1946 se inició una expedición militar-civil con cuatro objetivos: el primero era armar un refugio a 6.400 metros que se llamó Batallón de Cazadores, el segundo marcar una senda nueva a través del gran acarreo, el tercero bajar el cuerpo de Stepanek y el cuarto, si quedaba tiempo, intentar cumbre. El 7 de febrero de 1946 partieron en busca del austríaco.
Fecha de Publicación: 25/07/2021
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