En la mitología de estos pueblos originarios, la ballena tehuelche era mucho más que un pesado e indefenso mamífero cetáceo. Cuenta la leyenda que, para los pueblos originarios, este animal no vivía en el agua, sino que era terrestre y se comía a las personas.
La llegada de Goos
La historia inicia con la llega de Gosye a la Patagonia. Este había sido enviado por su hermano Nósthex, padre de Elal, con la misión de devorar cazadores y animales para liberar a su hijo.
Así, este valiente hermano llegó al sur de la Argentina para rescatar a su sobrino. Lo hizo convertido en una ballena, a la que llamaron Goos. Dejó de lado sus aletas y las transformó en pequeñas patas para poder desplazarse –aunque con cierta lentitud en sus movimientos–. Dado su aspecto poco amigable, decidió refugiarse próximo al mar, en un cañadón alejado de las comunidades.
Con el pasar de los meses, Goyse (ahora Goos) se convirtió en la criatura más temida por todo el pueblo tehuelche. Se comía bichos, animales, personas... ¡Se tragaba todo lo que se le cruzaba! Así fue que la comunidad, ya un poco resistida, decidió ir en búsqueda de Elal –su mítico héroe– para que los ayudará a frenar a la criatura.
Elal, héroe sagrado de los tehuelches
Ante el pedido de auxilio de los tehuelches, Elal se tomó unos días para observar a la criatura a lo lejos. Así descubrió que, cuando el animal abría la boca para bostezar, aspiraba todo lo que había a su alrededor. ¡Entonces ideó un plan! Se convirtió en un pequeño tábano y entró a la boca de la ballena en uno de esos bostezos.
Una vez adentro, se convirtió en hombre y se encontró con varios pobladores vivos dentro del animal. A uno de ellos le pidió le pidió su cuchillo y se lo clavó en la panza a la ballena. Goos cayó rápidamente al suelo desangrada, y todos los sobrevivientes salieron finalmente de esa cueva animal.
Una vez que todos los pobladores se encontraban a salvo, Elal pensó que la tierra ya no era un buen lugar para la ballena. Por eso, decidió tirarla al mar para que estuviera más cómoda. Goss ahora vive feliz en el agua, se siente fresca y ya no teme abrir su boca.
Madrynense y argentina. Lic. en RRPP (UP), especializada en Comunicación e Identidad Corporativa (UNIR) y docente universitaria. Apasionada por la comunicación en todas sus expresiones, porque como dice Paul Watzlawick “Todo Comunica”… las palabras, las reacciones y nuestro cuerpo. Mi desafío profesional es cuidar de “ese todo”, aportando mis conocimientos y gestionando las herramientas necesarias para que las comunicaciones fluyan como las olas del mar.