Achango es un pueblo perteneciente al departamento de Iglesia, San Juan. Este lugar se encuentra estancado en el tiempo, y ofrece a sus visitantes una experiencia diferente. En este lugar, se ubica la parroquia más antigua de la provincia, que resiste con un misterio de nunca develar. Desde allí, cuenta la historia que la Virgen del Carmen de Achango fue testigo del paso de las tropas del Comandante Cabot en 1817. Casualmente esta virgencita es la patrona del Ejército y también de los agentes penitenciarios. Por eso, su imagen está plasmada en la capilla y la leyenda se repite una y otra vez para no olvidar.
Diseño de antaño
La capilla fue construida por los jesuitas en 1655 y reconstruida en 1787. Tiene piso es de tierra, pero se encuentra tapado por alfombras. Para que la tierra no sea volátil, los jesuitas la compactaban con sangre de ganado. Otras de las claves de su diseño era revocar las paredes con estiércol. Entre la mística especial, el susurrar del viento y los diferentes colores que regala el cielo sanjuanino, aparece una escalera de adobe. Desde allí se puede obtener una vista impactante del pequeño pueblo de Achango. Además, se pueden divisar dos campanas que resuenan en la tranquilidad del pueblo que guarda un misterio que nadie se atrevió a develar. Aunque la parroquia es humilde, guarda una mística especial.
La cámara secreta
El pequeño predio cuenta con la cuna del misterio. Se trata de una construcción con paredes de adobe de un metro de ancho, que le dieron vida a una habitación sin puertas ni ventanas. Esta pequeña edificación se convirtió en una cámara secreta, desde donde proliferan teorías, mitos e historias. Nadie abrió la puerta en más de 230 años. No se sabe qué esconde adentro. Quizás haya un tesoro, un cadáver, una estatua. Quizás no haya nada en absoluto o tal vez esas paredes resguarden alguna enseñanza escrita por los jesuitas que construyeron el monumento histórico.
Nadie sabe si hay algo adentro, ni se imaginan qué es lo que puede ocultar. Pero hay una certeza, y es que el imaginario popular hizo circular varias versiones sobre lo que puede haber en el seno de esta construcción.
De llaves y promesas
En este punto, que se convirtió en un ícono de la provincia por sus historias y leyendas, la gente suele depositar deseos y sueños. En las ramas de una abundante arboleda cuelgan miles de llaves. Cada una de ellas fue colgada por alguno de los visitantes que pisaron el místico pueblo. Con cada llave, se le abre la puerta a un deseo, a un pedido, a un agradecimiento.
Fue una empresaria sanjuanina la que inició la tradición. Todos los años cumple promesas en la parroquia, y uno de esos tantos años, se le ocurrió llevar por primera vez una llave con tres deseos. Poco tiempo después los feligreses y la gente que llega a conocer el pintoresco lugar se fue sumando. Así fue que la arboleda de Achango se convirtió en un lugar que guarda diversos deseos y transmite esperanza. "Amor", "salud", "menos pena", dicen algunos de los papelitos colgados junto a las llaves.
Qué dicen las llaves
Entre los más llamativos hay uno que se encuentra desde hace mucho tiempo, según lo indica su color amarillento. Dice: "No quiero príncipes, no quiero un hombre de novela, quiero un amor real". Otro, esconde una trágica historia, y un deseo de vida: "Veo a mi hija destrozada, sin cabellos por esta maldita enfermedad. Vi a mi hija nacer, vi a mi hija morir. Fui testigo de los dos momentos más importantes en la vida de un ser humano. La amé y la amaré siempre. Necesito renacer por este amor".
Entre miles de deseos, plegarias y agradecimientos, pero por sobre todo junto al misterio de la cámara secreta, se construye en el imaginario popular la capilla de Achango. Es una de las más misteriosas y se erige sobre las esperanzas de las personas que la mantienen viva. Mientras sigan vivas estas historias, seguirá viva la capilla y los secretos que en torno a ella circulan...
Argentina, nacida en Córdoba. Investigadora en el área de lingüística. En formación constante sobre las Letras y sobre la vida, gracias a la Universidad Nacional de Córdoba. Mis experiencias en viajes me llevaron a aprender cada vez más idiomas y querer conocer diversas culturas desde adentro. Pienso en la escritura como una herramienta para transformar el mundo y volverlo un espacio justo y equilibrado.