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La bandolera inglesa que transitó la Patagonia, parte II

La segunda parte de la historia de Ellen Greenhil Blaker.

Leyendas Urbanas
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Llegamos a la segunda parte de la historia Ellen Greenhill Blacker, la bandolera nacida en Inglaterra, llegada a Chile, casada con un hombre de ese país e instalada en la Argentina, con una vida signada por el abigeato, la estafa y la destreza con las armas.

Recordemos que el primer esposo de la Grinill fue hallado asesinado, con la cabeza destrozada y enterrado entre piedras. Ella fue la principal sospechosa pero su abogado logró que sea absuelta. Su abogado, Martín Coria tras el juicio, se convirtió en su esposo y con él continuó con esa vida de ilícitos y engaños. Tras ese episodio, se instalaron en la provincia de Río Negro, y en ese lugar comenzaría a gestarse el principio del fin de esta pareja.

Un día llegó hasta la finca en la que residían una veintena de policías chubutenses, que buscaba explicaciones por la estafa y robo de unas 2.500 ovejas a una viuda. Hay relatos que aseguran que la Grinill estaba sola porque Martín Coria estaba en un terreno cercano negociando las ovejas robadas, otros dicen que el esposo estaba junto a ella para soportar el embate policial y planear el contraataque.

La historia cuenta que el comisario de Telsen, un pueblo de la meseta de esa provincia patagónica, Domingo Caligaris fue desarmado de un tiro de Ellen, mientras que su ayudante se rindió de inmediato. Otra versión indica que tras una maniobra de distracción, Coria, Ellen y algunos peones, rodearon a los policías, los liberaron y dejaron como prisioneros al comisario y su ayudante. Las versiones también indican que el apellido del oficial era Altamirano, y no Caligaris.

En lo que no varía la historia es en la humillación de los uniformados: Ambos fueron desnudados, quedaron solo en ropa interior y fueron obligados a realizar durante varios días las tareas domésticas. Pasaron los días y decidió liberarlos -sin entregarles las ramas- y además les hizo firmar que el ganado en cuestión, eran propiedad del matrimonio.

Ellen y Coria sabían que esa jugarreta en algún momento tendrían retorno y, para evitar problemas, decidieron liquidar todo y emigrar a Buenos Aires. Allí Martín Coria falleció y la Grinill formó pareja con Martín Taborda, un entrerriano viejo conocido con el que habían transitado en la Patagonia algún tiempo atrás.

Taborda y la bandolera decidieron regresar a la Patagonia: Gan Gan, un pequeño pueblo de la meseta chubutense -cercano a Telsen- fue el elegido para continuar su vida. Sin embargo, antes de emprender el viaje, dejó un testamento a favor de sus hijos, que estudiaban en un colegio privado de Capital Federal.

El tiempo que había pasado no borró la sed de venganza de la Policía de Chubut. A oídos del comisario Félix Valenciano -quien años más tarde fue trístemente célebre por haber participado en la represión de la Patagonia Rebelde-, llegó el dato de que Taborda y la Grinill arrearían ganado por Paso Chacay.

Los policías efectuaron su venganza y emboscaron al matrimonio: comenzó la lluvia de balas contra ambos. Ellen fue herida en la espalda y su caballo había sido herido de muerte. Taborda también fue herido y usando el cadáver del equino como protección, la bandolera inglesa soportó por más de una hora el ataque de los 15 uniformados, mientras le pedía a su pareja que mientras ella pudiera cubrirlo, escape.

Con la herida de bala en la espalda, la Grinill sabía que no le quedaba mucho tiempo de vida y que no tendría misericordia por parte de la Policía. Ellen disparaba solo cuando era necesario para espantar, al menos por un momento, los avances policiales... hasta que se quedó sin municiones. 15 minutos después del último disparo, comenzaron, temerosos a acercarse, por si se trataba de un truco para tener un tiro seguro.

Pero ya no había nada que hacer, desangrándose, intentaba inútilmente escapar a la rastra. Valenciano la tuvo a tiro, y la remató de un disparo en la nuca, vengando a su colega que anteriormente había sido humillado por esa muchacha extranjera que obligó a dos oficiales a realizar tareas domésticas semidesnudos. Taborda, en tanto, logró escapar gracias a la cobertura que le pudo dar la bandolera inglesa, pero fue capturado al otro día.

Murió la Grinill, y nació la leyenda. A su tumba no le faltaron flores, aunque se desconoce quiénes eran aquellos que llevaban la ofrenda. Lo cierto es que su vida se convirtió en un personaje popular. Lejos de su Yorkshire natal, en la meseta chubutense, Ellen Greenhill Blacker, la bandolera inglesa, dejó su huella en la Patagonia.

Fecha de Publicación: 01/06/2022

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